Columnas Primera Plana

Cristina Rivera Garza: Nómada. Crítica. Valiente.

Por Pilar Vélez

La reconocida escritora mexicana, Cristina Rivera Garza, única escritora dos veces laureada con el premio literario Sor Juana Inés de la Cruz, ha sido invitada al XII Encuentro Internacional de Escritoras (EIDE) dedicado a Marjory Stoneman Douglas. El XII EIDE se celebrará en la Universidad Internacional de la Florida [FIU], del 11 al 15 de septiembre de 2016 y contará con una amplia participación de la comunidad literaria procedente de más de 15 países, un notable grupo de conferencistas invitados y escritores vinculados a por lo menos veinte organizaciones internacionales, universidades e instituciones literarias. Con este magno evento, la Hispanic Heritage Literature Organization / Milibrohispano.org inicia su calendario de actividades para la Celebración Internacional del Mes del Libro Hispano y Miami se prepara para ser la meca de la literatura hispana de los Estados Unidos durante el Mes de la Hispanidad.

nadie-me-verá-llorar-portada 4Nuestra autora invitada, Cristina Rivera Garza, figura destacada de la literatura hispana, nació en Matamoros, Tamaulipas, en 1964 y reside actualmente en Houston, Texas. Su vida ha estado influenciada por la movilidad y el cambio, lo que sin duda ha dejado huella en sus visiones y en su trabajo literario.  Al preguntarle ¿si tuviera que describir su vida en tres palabras, cuáles serían? La autora responde, sin vacilar: Nómada. Crítica. Valiente. Y quizás son estas tres características, parte fundamental del escudo invisible con el que ha enfrentado retos en el campo profesional, donde ha  triunfado como escritora y catedrática, y que se impregnan en su narrativa peculiar: narrativa de frontera y asombro.

Cristina Rivera Garza es diplomada en sociología en la UNAM y tiene un doctorado en historia latinoamericana de la Universidad de Houston. Ha ejercido la docencia en diferentes universidades de México y Estados Unidos y ha sido honrada con varias becas, entre ellas la beca FONCA Jóvenes Creadores en poesía y en narrativa. Su excelso trabajo literario, con algunas obras traducidas al inglés, portugués, alemán, italiano y coreano, la ha hecho merecedora de importantes elogios y  premios. Ha recibido el Roger Caillois del Pen Club de Francia para literatura Latinoamericana 2013, el Premio Internacional Anna Seghers 2005, el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero, y el Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo 2001, entre otros importantes reconocimientos.

Paralelo a su oficio de escritora, ha sido profesora de historia y escritura creativa en la UNAM y el TEC de Monterrey, profesora de escritura creativa en el Departamento de Literatura de la Universidad de California, en San Diego, y en la actualidad en la Universidad de Houston. Varios de sus trabajos de investigación se han publicado en Hispanic American Historical Review, Journal of the History of Medicine and Allied Sciences.

Hablar sobre la obra narrativa de esta escritora es ahondar en un terreno de genialidades y visiones, en el que con frecuencia se distingue la fase de exploración. Su sello personal y perfil narrativo invitan al análisis, y a descubrir, entre otros elementos, la confluencia de nuevas propuestas, más la sinergia entre la historia y la literatura, y cómo esta unidad se manifiesta más allá del recurso en su aporte a la creación literaria. Sus espacios narratológicos, que recrean con facilidad genial lo real, lo posible y lo imaginario, sitúan al lector en una dimensión no convencional. En efecto, sus historias adquieren personalidad y exclusividad, a partir del uso de mecanismos discursivos que atrapan al lector, en particular, si se trata de un escritor o un académico que lee de forma inquisidora. Al existir una relación simbiótica entre la historia y la literatura, y más aún, cuando el lector se adentra en el complejo mundo literario que teje Cristina, le preguntamos ¿cómo definiría la relación entre la historia y la literatura?  a lo que respondió:

«Aunque una división más bien académica las coloca en campos distintos, si no es que opuestos, a mí me gusta resaltar más las continuidades que las discontinuidades entre la historia y la literatura. Ambas son prácticas de lectura detallada, antes que todo. Ambas exigen una atención desmesurada ante el lenguaje, sobre todo, aunque no únicamente el lenguaje escrito.  Ambas requieren de esa experiencia de archivo—ya sea en términos de documento o en términos de memoria (ese otro documento a la vez colectivo e individual). Yo dependo de ambas para pensar y escribir mis libros».

Sólo hasta comienzos del siglo XIX, la historia, como disciplina, se consideró una profesión diferente a la literatura, basada en su metodología, objetivos y aspecto científico, lo que nos lleva a pensar que cuanto de lo que conocemos como referencia del pasado, no es «tan real o fidedigno,» sino producto de una mezcla entre lo acontecido, la interpretación y la creación literaria. Siguiendo en esta línea de pensamiento, al hablar de la historia y la naturaleza narrativa, la escritora agrega:

 «Todos contamos historias—es la manera en que nos volvemos sociales. A los escritores nos toca hacer algo más: reflexionar acerca del cómo se cuentan esas historias y, en su caso, de acuerdo a los distintos temperamentos del escriba, conformarse con o subvertir los modos mismos de las historias. Aunque una buena parte de la narrativa descansa sobre el poder de la trama, la literatura tiene muchos más recursos de naturaleza más variada y, en algunos casos, ni siquiera hace uso de la trama en cuanto tal. Un libro de historia, en cambio, es la trama (con análisis de la trama, su comparación, etc.)».

Portada la Cresta de Ilion3Y como esta pregunta nunca está demás para un reconocido escritor, me aventuré a preguntarle a Cristina Rivera Garza sobre su tipo de lectura preferida: ficción o no ficción. La escritora, ganadora de seis de los certámenes literarios más importantes de México, nos transporta con su respuesta a otro panorama que invita a profundizar más allá de un simple título de libro:

«He repetido a manera de provocación lo que declaró no hace mucho el autor noruego Karl Ove Knausgard: el valor de la ficción en un mundo donde todo se ha vuelto ficción es nula. A veces lo creo. Otras veces no. Lo cierto es que en mis libros más recientes he reflexionado (en Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación) sobre la relación entre lo que Josefina Ludmer llamó literaturas post-autónomas y el ascenso de distintas formas de lo que en el mundo anglosajón se conoce como no-ficción y en América Latina como crónica (aunque el término crónica pueda ser mucho más complejo y amplio). Ahora mismo preparo un par de libros en los que la investigación de archivo como la experiencia etnográfica (y sobre todo auto-etnográfica) son indispensables».

Su pasión por el lenguaje surgió a muy temprana edad. Desde muy niña, leía diccionarios con su padre para transformar palabras. Gracias a que creció a la sombra de un mundo intelectual, el lenguaje lo usa no solo para transmitir sino también para crear lo que no existe. Su visión apunta hacia una nueva forma de conjugar un mundo de contenido y forma,  ofreciéndole al lector una propuesta que entre muchas otras cosas, conlleva a aventurarse en singulares universos de su narrativa. Al preguntarle sobre las experiencias que recuerda sobre  el comienzo de su carrera literaria en Estados Unidos, la autora enfoca esta pregunta en términos de los dos idiomas que domina y nos dice:

«He publicado casi todo mi trabajo académico en inglés y he continuado publicando mis trabajo creativo en español—incluso cuando he vivido en los Estados Unidos desde 1989. Las traducciones al inglés se han tardado en llegar (sólo mi primera novela está traducida al inglés como No One Will See Me Cry, Curbstone). Pero parece ser que eso cambiará dentro de poco. Veamos. He continuado, sin embargo, dando talleres y seminarios de escritura, sobre todo en inglés en USA (donde he sido profesora y directora del MFA Program in Creative Writing at the University of California, San Diego); y en español en México, España y América Latina. Acabo de aceptar una posición como profesora distinguida de Estudios Hispánicas y Escritura Creativa en la Universidad de Houston, desde donde lanzaremos el primer Doctorado en Escritura Creativa en Español. Más noticias sobre todo esto muy pronto».

Y es que, como deja entrever la escritora, una de las mayores barreras para incursionar en el mercado anglosajón es la traducción de las obras literarias al inglés. Sin embargo, a pesar de este y otros obstáculos, la literatura hispana se abre camino, gracias a que el español es la segunda lengua de los Estados Unidos, representada por una población hispana que supera ya los 50 millones de personas. Escritores de la talla de Cristina Rivera Garza, son necesarios en este país, para liderar el proceso de formación de la nueva generación de escritores, que seguramente tendrán a su favor el dominio de los dos idiomas.  Apoyándose en el lenguaje como punto de referencia, la autora resalta en el libro La novela según los novelistas, el poder trasgresor de la escritura para apreciar el lenguaje en acción. De modo que el lenguaje es:

«un acto que añade o trastoca o niega lo real y sus efectos. Es en este sentido más laxo en que concibo todo acto de escritura como una experimentación —un acto a través del cual, explorándolos, se tensan y, a veces, se desbocan, los límites del lenguaje—.» Cita que considero valiosa, para apreciar el trabajo de rica orfebrería que hila la autora, al elevar el importante estatus que le confiere a la narrativa en general y la suya en particular, impulsando su faro innovador hasta crear nuevas perspectivas literarias. En su libro La cresta de Ilión, por ejemplo, la autora se recrea en los laberintos de un médico que atiende a pacientes terminales, mientras que en Nadie me verá llorar, la autora presenta con increíble fidelidad, la vida en el tristemente célebre Manicomio de la Castañeda y a sus internos, exponiendo a la luz vicisitudes de la convivencia de fino hilo que separa la locura y la cordura, al sacudir con su espíritu inquisidor, los anales de la psiquiatría de comienzos de siglo.

Antes de llegar a este momento de su vida, ganando el reconocimiento de la crítica y ser considerada como una de las escritoras hispanas más relevantes de la actualidad ¿Cómo fue el proceso de abrirse camino en la literatura y en un país angloparlante? ¿Pudo conservar el vínculo con el gremio literario y los lectores de su país?

«Mi relación con México sobre todo, pero en general con el mundo de habla hispana, ha sido muy activa y muy cercana. Tal vez la cercanía ha facilitado este contacto continuo. Aunque seguramente ha sido, de entrada, una decisión. Continué publicando casi todo mi trabajo con Tusquets, hasta hace poco una editorial independiente con bases en Barcelona, México y Argentina. Aunque no todos mis libros circularon de la misma manera en ese circuito, sí andan todavía por ahí».

 «Dime lo que lees y te diré quién eres…» y en el caso de los escritores, son sus lecturas recomendadas las que complementan y abren otros espacios para que sus lectores los conozcan y/o se guíen hacia fértiles destinos literarios.  Por ello y reconociendo que la obra de Cristina Rivera Garza muestra una formación multidisciplinaria fundamentada en la filosofía, la sociología y la historia, en esta entrevista traigo a colación la lista de nombres que ella mencionó hace varios años, en una entrevista concedida a Belletrista, publicación especializada en literatura escrita por mujeres. Cuando le preguntaron sobre lo que leía y los autores que recomendaba para futuras lecturas, la escritora mencionó a notables figuras, entre ellas: los escritores mexicanos Juan Rulfo, Amparo Dávila, Josefina Vincens, Guadalupe Dueñas, Inés Arredondo y Jorge Ibargüengoitia. De igual forma, incluyó a Luisa Valenzuela, Diamela Eltit, Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Marosa di Giorgio y Mayra Santos-Febres. Entre los autores anglosajones mencionó a David Markson, Michael Ondaatje, Anne Michaels y Anne Carson.  Es una lista que nos permite ver una variada carta literaria, tan rica en géneros como en propuestas estéticas que ameritan su divulgación. En dicha entrevista, la escritora también mencionó la influencia de los dos idiomas, y cómo estos reclaman su presencia vital, independiente del lado de la frontera en la que ella se encuentre: la hispana o la anglosajona.[1] Acaso será el lenguaje, el vehículo que le permite habitar varios mundos, acercarse y a la vez tomar distancia.

Se trata pues,  de una escritora prolífica que, desde diversos géneros literarios, escudriña de forma innovadora el proceso natural y revelador de la escritura, sobre el cual comenta en La novela según los novelistas:

«Nunca he creído que escribir sea una simple (o compleja) acumulación de oraciones y ni siquiera que la escritura constituya el único o el más importante lugar social destinado a la producción de la anécdota. A últimas fechas, incluso, me he convencido de que escribir es un acto que se mueve en sentido contrario al acto de comunicar ya que, en concordancia con el sociólogo argentino Eduardo Grüner, me gustaría creer que no solo es lo poético, sino la escritura en general la que, al ser escritura, está en posición de «abrir un vacío de sentido que cada sujeto debe decidir cómo (o si) llenar.. Es lo que quiebra la armonía entre el mundo y el signo».

CubiertaELMaldelaTaigaTLa obra de Cristina Rivera Garza se caracteriza por un diálogo abierto, transgenérico. Tiene además la habilidad de crear espacios síquicos y confundir al lector o hacerlo dudar y volver al texto para encontrar respuestas o confirmar dudas. Su trabajo literario ha logrado despertar el interés de la academia, y entre  los mecanismos narratológicos que han revelado sobre su narrativa, se distinguen el uso de diferentes técnicas de discurso y varias manifestaciones, de las cuales cabe señalar las siguientes: intertextualidad, simetría, particularmente el uso de la figura del doble,  y la identidad y su dislocación[2].

Aunque cada mecanismo discursivo es de por sí, un concepto complejo que amerita un estudio minucioso, cuando hablamos de intertextualidad, es indispensable citar el trabajo del filólogo ruso Mijaíl Bajtín, quien señaló en su obra Teoría de la Literatura: «todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto»[3]. Bajtín resaltó la polifonía existente en las novelas de autores como Francois Rabelais, Joathan Swift y Fiodor Dostoyevski, en las cuales se desarrolla un conjunto multinivel de relaciones dialógicas entre ideas; cosmovisiones; clases sociales; personajes; géneros, textos y discursos literarios. La intertextualidad le permite al escritor navegar (dialogar) en un mar (universo de textos) abierto, establecer bitácoras de viaje, fundirse sin perderse a través del faro del lenguaje.

Para ilustrar el concepto de simetría, partiremos del uso de la figura del doble en la literatura. Mediante el desarrollo integral de los personajes, el escritor revela la dualidad en la unidad.  El tema tiene sus raíces en la creación misma (el bien y el mal, el hombre y la mujer, el día y la noche…) pero como asunto de estudio aplicado al ser humano, en el campo de la sicología con Sigmun Freud y sus estudios sobre «la sombra». A ella nos referimos como un arquetipo que identifica el lado no iluminado del ser, los rasgos y actitudes que el Yo consciente no reconoce como propios.  El psiquiatra y sicoterapeuta Carl G. Jung, considerado como el padre de la sicología analítica dice que «la sombra representa casi la totalidad del inconsciente humano» y al entrar en la psiquis de los personajes que componen la obra de Cristina Rivera Garza, podemos identificar la relación alterada que ellos sostienen consigo mismos y el uso de este recurso como parte de la estructura de sus novelas.

Estos son elementos que se manifiestan a través de los personajes y que merecen aun más estudio por parte de quienes nos dedicamos al oficio literario para comprender el alcance de los niveles dialógicos en las novelas de esta autora. Para citar un ejemplo, Matilda Burgos, en Nadie me verá llorar, parecería salirse de la «realidad» de la novela, para transmitirnos, con marcada insistencia, de manera casi física, dolorosamente tridimensional, sus terribles y convincentes inquietudes e instalarse en la mente ajena, aún con sus desvaríos de locura y cordura. Ella, el fotógrafo y el psiquiatra, diferentes, y a la vez fusionados, son imágenes de una pintura al óleo que, desde la distancia,  integran sus colores y formas. Al preguntarle si existe algún personaje con el que ella se identifica, la autora nos contesta:

«Ya sea a partir del deseo (por lo mismo) o la identificación (por lo otro) siempre hay algo propio en cada personaje. Lo que equivale a decir que siempre hay mucho de otros también».

Enfocando otros aspectos que fluyen en nuestro encuentro con la narrativa de la autora que nos ocupa, vale la pena señalar, que para ella la identidad es “un foro dinámico y fluido”, como ella misma nos explica. En este sentido, el lector puede percibir el acto de deconstrucción que plantea la autora, la complementariedad, las interrupciones y las dicotomías, comentario definidor de la escritora que he podido constatar en mi experiencia como lectora de varios de sus libros.

Como bien menciona Berenice García Lozano[4] en un estudio de la obra de Cristina Rivera Garza, refiriéndose específicamente a tres de sus primeras novelas: Nadie me verá llorar, La cresta de Ilión y Lo anterior, «la alteridad» es un elemento característico de esta autora que se manifiesta a través de los personajes, a quienes libera a plenitud, al igual que lo hace en cuanto a los espacios, los tiempos y los discursos narrativos. Crea puentes y pasadizos para que el lector se infiltre tanto en el momento que describe como en la psiquis de los personajes. Catapultada por su impulso narrativo, crea además bemoles que con toque genial, en un proceso «alterado» estalla, se complementa, rompe y fluye a la vez. El lector camina hacia la sombra, de la mano de la escritora. De modo que nos invade la necesidad de llenar esos perversos vacíos y escenarios alterados que su pluma diestra nos impone. Marcada por esta inquietud que surge al enfrentarse a la singularidad de su escritura, al preguntarle a Cristina Rivera Garza, por su propia definición del ejercicio creativo, pues me llama la atención saber cómo lo hace, me respondió:

«Le contestaré como le responde Matilda Burgos—la protagonista de Nadie me verá llorar cuando el fotógrafo le pregunta  cómo se convierte uno en una loca. Cada quien encuentra su manera, le dice hacia final de la novela. Así con cada pieza en particular. Si existiera una fórmula para todo, todo sería más sencillo, ciertamente, pero también más aburrido».

El mundo polifónico de la escritora arroja múltiples caminos, y ciertamente, como el personaje central Matilda indica: «Cada quien encuentra su camino». Palabras con luz para quienes deseen aventarse y escribir transgrediendo  lo concebido, y vean en la escritura un proceso experimental. En la novela La muerte me da, para citar otro ejemplo, la autora propone un plano diferente en el cual nos enseña una su manejo de técnicas narrativas, a través de la investigación policiaca torno a un caso de asesinatos en serie, donde los hombres aparecen castrados y acompañados por versos de la poeta argentina Alejandra Pizarnik. En esta obra, la autora se recrea sin límites, a la vez como un personaje de ficción ¿Por qué los versos Pizarnik? Seguramente la autora tendrá una respuesta concreta a su elección, pero el enigma de los versos, no debe distraernos de la fortaleza narrativa que propone Cristina Rivera Garza, al lograr que su enfoque experimental multiplique el universo de la narrativa de forma innovadora.

La escritora, quien comenta que “cualquier cosa que yo sepa de edición, en narrativa, se lo debo mucho al cine, y me interesa del cine sobre todo eso, una cierta manera de narrar”, comparte en esta entrevista lo que la inspira a escribir: «Todos recibimos miles de estímulos al día (y durante la noche, en el sueño), pero sólo algunos de ellos conducen a la escritura. En mi caso, me lleva a escribir todo aquello que no puedo normalizar (o entender). Esos detalles que se convierten en una pregunta constante sin que uno lo sepa bien a bien (las obsesiones son obsesiones porque no las vemos, ciertamente). Esa lata. Esa molestia. Todo eso es, digámoslo así, inspiración». De esta fuente se nutren los personajes que construye y el diálogo polifónico presente en su narrativa.

Como mencioné anteriormente, la escritora ha sido invitada al XII Encuentro Internacional de Escritoras, en el que se discutirá, entre otros temas, la representatividad de la mujer en la literatura, la música y en la pantalla. Al respecto, quise conocer su punto de vista, en caso de que tuviera que construir a un personaje femenino que represente la situación de la mujer actual ¿cómo la describiría? ¿a qué situaciones la expondría? La escritora, nos dice:

«Pero en realidad no trabajo así. No me interesa la representatividad en mis personajes, sino todo lo contrario: su peculiaridad. Una vez más: no su continuidad con el mundo, sino su discontinuidad. Por lo demás, no creo que exista una mujer actual en singular, sino una diversidad pasmosa y enriquecedora de mujeres con distintas experiencias de lo femenino y lo masculino, y los claroscuros que hay entre ambos. Es cierto, sin embargo, que sería difícil hablar de situaciones de género sin poner atención a cuestiones de clase o de raza o procedencia geográfica o lengua y un largo etcétera aquí.»

En la actualidad, las cadenas de televisión han llevado a la pantalla una serie de novelas basadas en personajes femeninos: las heroínas del narcotráfico, por ejemplo, y otras obras que narran algunos puntos de vista de este drama que afecta la sociedad latinoamericana. Consciente de que es un tema controversial, abordé el tema para saber que piensa Cristina Rivera Garza, en calidad de escritora, sobre este tipo de obras y si incursionaría en este tipo de narrativa, a lo que contestó: «Tengo una serie de piezas con La Detective como protagonista—desde una novela: La muerte me da; hasta los cuentos de La frontera más distante. Los crímenes que La Detective investiga (y en los cuales siempre acaba fracasando, por cierto) no inmiscuyen al narcotráfico, pero sí a la violencia cotidiana (de género, de lenguaje, de imaginación) que las guerras provocadas por la ilegalidad forzada sobre ciertas sustancias ha provocado en sociedades como la mexicana. En La muerte me da, por ejemplo, La Detective investiga el caso de los hombres castrados, un inversión intencional de la fórmula de los alarmantes feminicidios que me permitió lidiar con asuntos de género (tanto en términos de cuerpos como en términos literarios, por cierto)».

Carlos Fuentes
Carlos Fuentes, quien se declaró como un gran admirador de su obra, comentó: “… acabo de leer lo que considero una revelación, la novela de Cristina Garza, Nadie me verá llorar, una de las más hermosas y perturbadoras que se han escrito jamás en México”.

Para quienes no están familiarizados con la obra de Cristina Rivera Garza, yo les recomendaría comenzar con la novela “Nadie me verá llorar”, con la que obtuvo importantes reconocimientos y que es una antesala a conocer su estilo literario. Sin duda los lectores reconocerán algunas de las características señaladas en esta entrevista y su talento creativo que invita tanto a lectores como a escritores a salirse del status quo.  

Y es que el solo título es una  invitación a leer.  Sobre esta obra en particular, su autora nos comenta: «Me llevó unos 5 años escribir esta novela—había escrito dos anteriormente que, por fortuna, se pudren en algún cajón de algún escritorio o se desvanecen ahora mismo en alguna zona desconocida de algún ordenador casi perdido—y no he dejado de hablar de ella en los 16 o 17 años de su existencia. Hace un par de días estuve, por ejemplo, en el Hospital Psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno en la Ciudad de México hablando sobre esta novela ante pacientes, doctores, enfermeras, estudiantes. Sus protagonistas—tanto Matilda como el fotógrafo Buitrago—siempre terminan provocando comentarios o preguntas incluso cuando estoy hablando de otros libros. Quiero decir que este libro se ha ido convirtiendo en una compañía constante, una fuente inagotable de diálogo con un grupo de lectores muy diverso que sigue cambiando de edad. Sin duda, le debo mucho a una novela así. «

Aprovechando la experiencia de Cristina, quien ha incursionado con éxito en el mundo literario en los Estados Unidos, pasé a otro plano que nos interesa: la difusión de la literatura en español.  Sabemos que entre otros aspectos relevantes a la calidad literaria, el estilo del autor y la temática, la literatura en español no logra “despegar” en los Estados Unidos. Y si lo está haciendo, se trata de un proceso lentísimo en el cual se pierden muchas obras y talentos ante la falta de lectores.  El público de habla hispana no parece estar interesado en leer en español y en otros casos, prefiere otro tipo de entretenimiento a la lectura. Le pregunté a la escritora a qué cree que se deba ese patrón y si en las tres décadas que lleva viviendo en Estados Unidos, ha observado algún tipo de progreso. La escritora indicó:

Cover No one will see me cry «Lo que dice es muy cierto, aunque bien podría reflejar la relación de los no hispanos con la literatura no hispana también. El capital cultural de lo literario definitivamente ha venido disminuyendo a la vuelta de siglo. Veo con gusto, sin embargo, una nueva ola de traducciones de autores latinoamericanos (entre los que se cuenta especialmente el trabajo de Valeria Luiselli, cuyo libro The Story of my Teeth fue finalista del prestigioso National Book Critics Circle Award, y la obra de Yuri Herrera, cuya traducción de Signs Preceding the End of the World también ha ganado un importante premio de traducción. Aunque hay más: la traducción de la obra de Sergio Pitol, por ejemplo, o del chileno Alejandro Zambra, la mexicana Carmen Boullosa o la chilena Lina Meruane, por mencionar algunos).

Refiriéndonos a las oportunidades que la escritora contempla para los escritores hispanos en los Estados Unidos, nos dice enfáticamente: «Son tantas. Espero que el PhD en Escritura Creativa en Español que lanzaremos ya desde el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Houston sea una de esas tantas oportunidades para los escritores latinos que escriben en español, o tanto en español como en inglés. Confío que la fuerte preparación intelectual propia de un doctorado combinada con la práctica misma en talleres-seminarios de escritura nos irá mostrando ese camino para el futuro».

La escritora, quien será conferencista en el XII Encuentro Internacional de Escritoras y presentará la nueva edición de La muerte me da y su nuevo libro de poesía La imaginación pública, comenta con nuestros lectores, lo que piensa sobre el lema de este evento “Literatura con propósito de vida” al que ha sido invitada: «La literatura es la vida concentrada. Uno no puede vivir muchas vidas, pero leyendo—que es una experiencia de comunión y de comunidad también—uno puede, ciertamente, vivir esas otras vidas que nos encienden o duelen pero siempre nos expanden. La literatura nos vuelve mutantes».

Al hablar de su relación con Miami, Cristina Rivera Garza, señala:  «He estado en Miami ya en varias ocasiones (alguna vez incluso di un taller de una semana, si mal no recuerdo). Siempre me he encontrado una comunidad tremendamente viva y con lectores cuidadosos y críticos con los cuales he continuado una conversación de tiempo atrás. Espero retomarla estos días de septiembre». Prosiguiendo con su respuesta en relación a los talleres de creación literaria que dicta en diferentes universidades, la escritora comparte con nuestra audiencia algunas recomendaciones para aquellos escritores que desean iniciarse o han incursionado en la novela:

«Es importante participar de o contribuir una comunidad alrededor del acto de escribir. Vivimos en sociedades que valoran poco lo que nosotros adoramos—pensar con desmesura, imaginar mundos distintos, leer como acto de creación—y por eso es indispensable construir puentes con otros en la misma situación. Por lo demás, escribir como tantas cosas en la vida requiere dedicación, trabajo constante, disciplina (cada quien encuentra su ritmo, claro está). Lo digo y lo sostengo: uno se prepara para escribir una novela como para un maratón. El esfuerzo no sólo es mental sino también físico. Hacer ejercicio ayuda mucho. Y dormir bien también!»

 

Obras publicadas

Novelas: Nadie me verá llorar (1999 y 2014): Premio Nacional José Rubén Romero, 1997; IMPAC-CONARTE-ITESM premio, 1999 y Sor Juana Inés de la Cruz premio, 2001. La cresta de Ilión (2002): galardonada en el certamen literario Rómulo Gallegos, Premio 2003.  Lo anterior (2004). La muerte me da (2007), ganadora del Sor Juana Inés de la Cruz, 2009. Verde Shanghai  (2011). El mal de la taiga (2012).  Una colección de historias cortas: La guerra no importa (1991): Premio Nacional San Luis Potosí (1987). Ningún reloj cuenta esto (2002): Premio Nacional: Juan Vicente Melo 2001. La frontera más distante (2008). Allí te comerán las turicatas (2013).  Una ópera titulada Viaje, en colaboración con Javier Torres Maldonado. Una colección poética que incluye los siguientes títulos: La más mía (1998). Los textos del yo (2005). La muerte me da (2007). El disco de Newton, diez ensayos sobre el color (2011). Su obra incluye además ensayos, entre los que sobresalen La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General, 1910-1930 (2010). Dolerse. Textos desde un país herido (2011). y Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación (2013).

 

Para aquellos lectores y escritores que deseen conocer más sobre la obra de la escritora Cristina Rivera Garza, los invitamos a que nos acompañen en el XII Encuentro Internacional de Escritoras. Durante este evento, la escritora no solo presentará su obra sino que también ofrecerá una conferencia magistral sobre la literatura hispana contemporánea y su experiencia en este oficio. Para mayor información, puede visitar: http://www.milibrohispano.org/

Fotografías:

Cristina Rivera Garza por Santiago Vaquera

Carlos Fuentes: Fotografía tomada de http://publishingperspectives.com/2012/07/mexico-flexes-cultural-muscle-with-carlos-fuentes-literary-prize/

Referencias

[1] http://www.belletrista.com/2010/issue5/features_1.php

[2] http://www.uv.mx/dlh/files/2013/05/protocoloberenicegarcia.pdf

[3] http://www.literaturas.com/16colaboraciones2001jmaguirre.htm

[4] https://cdr.lib.unc.edu/indexablecontent/uuid:97921fab-1d0a-4323-b7f9-93f4e6826e6c

Otros artículos consultados:

http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/15/aih_15_4_028.pdf

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/monestier/doble_en_la_literatura.htm

Derrida, Jacques