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El acertijo de la Trinidad del tiempo de Alejandro Jatar

Reseña

Por Elvira Sánchez-Blake

La trinidad del tiempo de Alejandro Prado Jatar, es un libro que atrapa desde las primeras líneas. Mi lectura particular tuvo varios elementos fascinantes. La historia atraviesa un periodo de las últimas décadas del siglo veinte y primeras del siglo veintiuno en un recorrido personal, histórico y científico, que tiene como eje central, Venezuela. El detonante que enmarca esta travesía ocurre en el tiempo ficcional de la novela en solo 45 minutos, cuando el protagonista decide contarle a su esposa las revelaciones que anticipan muchos de los acontecimientos que se encuentran en la narración.

La novela me atrapó especialmente porque  me identifiqué con el personaje Ibrahím Jordán. Ambos nacimos el mismo año, fuimos testigos de los mismos acontecimientos que nos marcaron en la infancia: la conquista de la luna, los supervivientes del accidente de aviación en los Andes, y el golpe de estado de Chile el 11 de septiembre de 1973. Este último evento tiene una relevancia especial, pues funciona como un vaticinio de los hechos que ocurrirían décadas más tarde en Venezuela. El narrador compara la toma de poder con la perfidia de un escorpión llamado Peralta. Aunque parecieran hechos aislados, la figura del escorpión se convierte en el leit motif  para simbolizar el ser poderoso que clava el aguijón sobre su víctima, aunque al hacerlo esté sacrificándose a sí mismo.

 

La trinidad del tiempo es una historia ficcional en un marco histórico que juega con elementos precognitivos para responder a los enigmas de la existencia que no tienen una sola respuesta. Las coincidencias entre planos temporales, de alteración de conciencia y de conocimiento se superponen y se revierten. En la sección final, la narración se enfoca en la historia reciente de Venezuela.  El autor utiliza la figura del escorpión para personificar al caudillo innombrable que tomó las riendas del país y al hacerlo clavó su ponzoña sobre la constitución y el bienestar de la nación.

Un pasaje en particular sobre este punto llamó poderosamente mi atención.  Hacia el final de la novela, el personaje coprotagónico,  Ángela,  le pregunta a un chamán sobre el destino de Venezuela.  La respuesta presenta un acertijo muy inquietante:

«La substancia obscura» debajo de la superficie hizo que unos jinetes con fuego en sus manos y montados sobre dragones se apoderarán de tu tierra. Aparecieron cuando el sol estaba salpicado de lunares. Ellos dominarán hasta que el sol se brote de manchas tres veces seguidas y ese será el momento final de los jinetes de dragones. El primer centauro vendrá con agua y el agua lo quitará. El segundo jinete caerá cuando el más pequeño lo derribe y el tercero no gobernará (348).

En la narración se explica que el petróleo es la substancia oscura debajo de la superficie. Los jinetes montados sobre dragones son los dos gobernantes que asumen el poder, cada uno por un período de 12 años, que corresponde a los ciclos solares.  Se deduce que los dragones son los tanques de artillería VLF2, con nombre de dragón, con los que los militares liderados por Chávez asaltaron la casa de gobierno.

Uno de los elementos más enigmáticos del acertijo se refiere a la línea que anuncia: “El primer centauro vendrá con agua y el agua lo quitará”.  En la narración se explica que cuando Chávez llegó al poder una de sus primeras acciones fue cambiar la Constitución. El día que se refrendó la Carta Magna, cayeron lluvias copiosas en la región de Vargas y como consecuencia sobrevino un deslave que derivó en un desastre natural con numerosas pérdidas de vidas y de pertenencias.  El día final de la campaña para la reelección del mandatario en 2012, fue colmado de lluvias. Cuando él hizo su aparición para tomar posesión vestido inusualmente de negro, se hizo evidente que ya estaba aquejado por la enfermedad que lo llevaría a la muerte meses más tarde. Con lo cual se cumple el anuncio del agua al principio y final de su mandato. Por supuesto, la última línea, “cuando el pequeño lo derribe” alude al final del régimen. El organismo más pequeño podría ser un virus, en alusión a la pandemia del 2020, pero ese presagio aún no se ha resuelto, como tampoco se resuelve la pandemia. Nos queda la esperanza de que ese tercero al que alude la profecía “no gobernará”.

Al culminar la lectura y componer las piezas del rompecabezas que expone como un desafío al lector, pude comprender el título de la novela. Al hacerlo, me hice parte del fenómeno triádico que compone los niveles de lectura: la trinidad de tiempos, espacios y componentes sobrenaturales. Entendí que lo intuitivo hace parte de lo racional. Al ser la novela una bisagra entre lo científico y lo espiritual en la que ninguna domina sobre el otro, el lector se convierte en un componente esencial de esa dinámica. La trinidad del tiempo me proporcionó la oportunidad de encuentro, aprendizaje y conocimiento de mundos alternos, niveles espirituales y de aproximación a mundos astrales desconocidos. Por último, me di cuenta de que como en el Aleph de Borges, el tiempo se convierte en una suma de experiencias simultáneas cuando liberamos la mente de las ataduras y somos capaces de abrirnos a la suma cuántica: una triangulación atemporal.

Alejandro Prado Jatar, autor de la novela La trinidad del tiempo, publicada por Letrame (2020).

Sin embargo, lo que hace la obra más deleitable es la capacidad del autor para imbricar al personaje en una serie de aventuras donde es posible el amor con un subtexto donde se teje una historia plena de matices románticos y pasionales. Alejandro tiene la capacidad de combinar una narrativa profundamente científica con tintes de seducción y de broma, porque como dice el autor, “el humor es el distintivo cultural por excelencia de quienes fueron bendecidos con los genes latinos”. En este sentido, Alejandro Prado Jatar, es un maestro.

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