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Párpados entreabiertos de Ana Cristina Henríquez

Reseña

Párpados entreabiertos
de Ana Cristina Henríquez

Ana Cristina Henríquez, autora de los poemarios Las puertas del sueño y Párpados entreabiertos, publicados por la editorial Stella Darío

Los párpados entreabiertos nos regulan la luz que percibimos; esta imagen del título anuncia a una poeta que se adentra en las encrucijadas del amor a la par que en los misterios de la luz. Del mismo modo, los párpados entreabiertos moderan el desborde de la mirada, colocándonos en una suerte de región intermedia, apta tanto para la interiorización como para atender a lo esencial, filtrar lo accesorio y dejar pasar solo los hilos de luz que conforman la materia del tejido que encontramos en la poesía de Ana Cristina Henríquez; tal circunstancia, estando vinculada de manera predilecta al sueño, explica que una atmósfera onírica envuelva sus poemas: ese mirar la realidad bajo otro filtro y otros códigos, guarecerse en el interior, como quien se cuida de la lluvia.

Sobre la obra, la escritora, periodista y académica, Elvira Sánchez-Blake, nos dice:

«Los poemas de Párpados entreabiertos de Ana Cristina Henríquez son una travesía por universos difusos, a medio abrir, como su título lo indica. En ese recorrido encontramos una inquietud constante: el vaivén entre la memoria, el olvido, el sueño y la vigilia, la luz y oscuridad, las sombras y las penumbras del deseo y la nostalgia. El enigma no se resuelve, como tampoco se identifican los sujetos de la voz lírica. El lector se convierte en testigo, referente de ese verso a media luz, suspendido en una atmósfera onírica de besos y versos, rastros evanescentes de un «amor encandenado al olvido».
La segunda parte contiene dos poemas más elaborados acompañados de fotos tomados por la autora. En ellos se cuestiona sobre el destino fijado por una ruleta que señala el tránsito hacia la muerte en metáforas de luz, oscuridad, ascensos y descensos. Sobresale la figura de un caballo blanco que obra como agente de ese paso final a la tumba. Henríquez en su calida de cinesta utiliza los recursos del lente fotográfico para jugar con la mirada que delinea el poema en juegos de luz y oscuridad, enfoques y desenfoques. Al final nos queda la sensación de haber presenciado un filme a contraluz donde las siluetas se difuminan en un juego de contrastes y desenfoques. Sin embargo, la esencia está ahí, en el enigma que no se resuelve y que impele al lector a continuar la búsqueda«.

¡Los invitamos leer esta obra poética y adentrarse en el universo creativo de Ana Cristina Henríquez!