Como periodista observo la vida con imparcialidad y me gusta escribir desde una perspectiva positiva, que más bien deje en el lector una sensación de un sí se puede. Leyendo la novela El Expreso del Sol, de Pilar Vélez Zamparelli, con un mensaje poderoso sobre el perdón y representando la voz de tanta gente desplazada en un país que es hermano al mío, Colombia, tuve la oportunidad de reflexionar en la actual realidad de Venezuela, un país que otrora recibió a migrantes de todas partes del mundo y hoy más bien, exporta gente que se va con solo una maleta y sin pasaje de retorno, no por buscar un mejor futuro, simplemente porque ya no se puede seguir desde el terruño.
Las historias de El Expreso del Sol son tan propias de nuestra identidad que nos define como latinos, un continente con desplazados. Colombia se lleva el récord según el informe anual de ACNUR Tendencias Globales 2016 con 7,4 millones de personas. Hay sumar que a nivel mundial existen más de 65 millones de personas desplazadas forzadamente. México, Perú y Honduras, también se unieron a la lista. La violencia obliga, la política obliga. Solo basta ver las noticias para saber que esta realidad nos alcanza globalmente, que las guerras, la violencia y la muerte andan libres por el planeta.
La palabra entonces toma el lugar de referencia para compartir historias que a todos nos marcan, en muy diferentes maneras y niveles. Eso se refleja en El Expreso del Sol, todos tenemos un lugar común en la forma cómo enfrentamos nuestros procesos personales, familiares y hasta de país. Basta mirar a Venezuela, lo que una vez fuimos y lo que hoy somos. Cuando antes abríamos los brazos para recibir gente y les permitíamos forjarse una vida, ahora contamos cómo familiares, amigos y vecinos emprenden la marcha por el mundo, exiliados por una realidad marcada por fuego y sangre, por la dificultad económica de seguir labrando un futuro en su propia tierra o por persecución política, cuestión de criterios.
Gracias a la escritura, estos procesos históricos son registrados. Con Pilar Vélez conversé sobre el tema a propósito de su obra y he aquí su reflexión: “La escritura es un recurso que cumple con múltiples propósitos. Escribir es un acto personal mediante el cual nuestro ser interior se comunica obedeciendo la intimidad de su propio tiempo y espacio, y de una forma más reflexiva; el dolor o la emoción encuentran un lugar para liberarse… Es allí, donde el recurso de la escritura es fundamental como canal de comunicación para atestiguar la historia personal, en este caso la de aquellos que han sufrido a causa de la violencia para que sus pérdidas no se limiten a las estadísticas y que éstas sean vistas con humanidad. Cada víctima tiene un rostro, un nombre, una historia y algo que decir. La escritura puede ser su voz, su desahogo y la catarsis para que en su ser se acune de nuevo la esperanza. La escritura servirá para documentar, pero también para liberar y aportar a la sociedad los diferentes ángulos de la violencia y sus reales repercusiones en la vida de los afectados. Para que haya paz se necesita de un proceso de reconocimiento y confrontación de la verdad, reconstruir la historia que ha sido fragmentada y hasta cierto punto convertida en un eterno purgatorio. Como sociedad, independiente de que nos guste o no, necesitamos asumir lo que nos ha pasado, y una de las formas de revelar y afrontar esta verdad es mediante la escritura, la educación y el poder sanador de las artes”.
Entretanto Venezuela se debate en un momento histórico, polarizado y violento, Colombia se debate en cómo asimilar el proceso de paz. Mientras las decisiones se van tomando nos quedan las artes para sosegar la mente, dar paz al espíritu y desde otra perspectiva tomar decisiones de vida. La historia de Corintia, la protagonista de El Expreso del Sol, es también la historia de todos. Vamos en las estaciones de la vida como las estaciones que va visitando ese tren a lo largo del recorrido. La violencia nos marca, no nos define. Y en cada etapa de nuestra vida podemos elegir la reconciliación y el perdón, al enfrentar nuestra realidad, nuestro pasado e historia.
Podemos ahondar en nuestras vivencias, en nuestras realidades que nos son tan comunes y desde allí revelar nuestra hermandad y conseguir la forma en cómo superarnos más allá de la adversidad. Hoy vivimos en crisis, sufrimos el desplazamiento, el desmembramiento de nuestras familias y realidades, y aún así, continúa en nosotros la urgencia por reconstruir, por retomar los valores que nos definen como seres humanos, la paz, la justicia social y el amor.
Desde la escritura se encuentra también un lugar para exponer toda nuestra vulnerabilidad, para conciliar con el otro, para revelar fortaleza espiritual. Nacimos libres, con voluntad de amar y a pesar de la realidad que nos embargue o las dificultades que enfrentemos, nuestra razón de ser como humanos es la misma: ser mejores, ser pacíficos, ser amorosos, ser creativos, ser libres.
Por eso comparto esa búsqueda de Pilar Vélez a través de sus obras de revelar lo más profundo de sí misma desde el poder sanador de la palabra. Corintia sigue en misión, El Expreso del Sol nos invita a seguir en el sendero por caminos que nos lleven hacia la reconciliación con nosotros mismos.
Evelyn Navas Abdulkadir. Periodista venezolana egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Su experiencia se centra en comunicaciones corporativas y manejo estratégico de redes sociales. Actualmente ejerce la dirección de su agencia Ecnapro Asesoría Comunicacional. Ha escrito para diversos medios de comunicación en Venezuela y en el exterior en áreas como gerencia, negocios, música, bienestar y arte. A través de perfiles le gusta indagar en la personalidad de aquel que transforma el mundo con sus acciones y sentimientos. La vida es apasionante y merece ser narrada. Le contactan como @ecnaproasesoria en Twitter, Facebook e Instagram y en su Blog.