Por Pilar Vélez-Zamparelli
Durante el I Encuentro de Escritores y Poetas Ecologistas convocado por la Asociación Pionera de Escritores, Poetas, Pintores y Promotores Culturales de las Islas Galápagos (APEPCI), con la colaboración de Hispanic Heritage Literature Organization /Milibrohispano los participantes, además de tener el privilegio de recorrer uno de los lugares más maravillosos del planeta y conocer a varias de las especies endémicas que una y otra vez aparecen en los medios de comunicación y en las portadas de las revistas, tuvimos el gran honor de conocer a un grupo de personas excepcionales por su calidad humana: la gente de las islas Galápagos.
A la par, y aunque pareciera incomparable, Galápagos es un lugar encantado donde las especies y la humanidad convergen en un acto de sobrevivencia digno de estudio y aprendizaje por tratarse de un paraíso que evidencia la necesidad de implementar soluciones que neutralicen el peligro de extinción de las especies y de la vida del planeta. Allí, en ese destino turístico que acoge a 200 mil turistas al año, confluyen los esfuerzos de la ciencia y el gobierno para salvaguardar a las especies en una carrera contra el tiempo, acelerada por los efectos nocivos de la sobrepoblación, la invasión de especies no nativas, la contaminación y el cambio climático.
Salvaguardar los endémicos ecosistemas del planeta supone una lucha frontal de la humanidad, pues el planeta no es de un país o de una organización, es de todos los que habitamos en él. Por eso es de aplaudir y sumarse a la labor titánica de quienes empuñan la bandera del medio ambiente, pues en gran parte se trata de una batalla en contra de los interés egoístas de las corporaciones y de muchos gobiernos que explotan sus recursos sin pensar en el daño que ocasionan al planeta y el deterioro de las condiciones de vida de las generaciones futuras.
Cuando se habla del peligro de la extinción de las especies, infortunadamente estamos hablando del mal que aqueja, entre otros lugares, a las islas Galápagos, cuya formación data de hace aproximadamente 5 millones de años a raíz de la actividad volcánica. Este conjunto de islas encantadas consta de 13 islas y varios islotes, de las cuales la isla Santa Cruz es la más poblada con aproximadamente 20,000 habitantes e Isabela, la más grande en territorio con una población de aproximadamente 3,000 personas. Allí la naturaleza es exuberante, pacífica y frágil.
A diario, las islas reciben a numerosos grupos de turistas que provienen de todas partes del mundo en busca de la fauna natural conformada por famosos pinzones de Darwin, las tortugas Galápagos, los pingüinos de Galápagos, las iguanas, los pepinos de mar, los Albatros, el pinzón de manglar, el gavilán de Galápagos, los lobos marinos, los tiburones de arrecife y el tiburón martillo, entre otros. Muchas de estas especies están por debajo de una población de 2,000 ejemplares. En cuestión de unos pocos años, se ha hecho notorio el descenso en el número de especies, en algunos casos debido a la pesca ilegal y en otros casos, debido a la infestación de cierto tipo de insectos que afectan el proceso reproductivo de las aves. Otro aspecto que agrava la situación es la presencia de un número de perros de cacería salvajes que han nacido en las áreas protegidas al no estar esterilizados, pues paradójicamente, en Galápagos la esterilización de perros y gatos es optativa, y no obligatoria. Además de multiplicarse sin control, estos animales para poder sobrevivir tienen que cazar sin discriminar si se trata de especies invasoras o endemicas, por lo que se altera la cadena alimenticia y el respectivo equilibrio del ecosistema. La situación es delicada, sobre todo en la isla Isabela, donde se concentran aproximadamente el 40% de las especies endémicas de vertebrados y el 66% de las especies de plantas. No es fácil proteger y mantener el balance, pues la sobrepoblación de una especie, afecta las posibilidades de vida de las otras. Este es el caso de las cabras (Capra hircus, de las cuales se dice que fueron dejadas en las islas por las flotas balleneras de siglos pasados y que según reportes llegan sobrepasan los 100,000 ejemplares; pues bien, estos grandes rebaños de cabras localizados en el norte de Isabela, «causan niveles de erosión sin precedentes, eliminan la cobertura protectora de vegetación, desplazan la fauna nativa (tortugas terrestres, insectos, etc.) de sus sitios de alimentación y arrasan la biodiversidad»[1].
Teóricamente, vivir en las Galápagos supone unos compromisos esenciales con el medio ambiente y la aplicación de una leyes firmes para la protección, pues no se trata de un lugar común para vivir. Sin esta conciencia a nivel individual y colectivo, la presencia humana resulta un efecto negativo. Lo cierto es que ni siquiera clausurando la presencia humana en las islas, se garantizaría la preservación de las especies debido al efecto de los factores mencionados anteriormente. Sin embargo, es el hombre quien con su inteligencia, recursos y voluntad puede aportar al proceso de preservación de estos frágiles ecosistemas para evitar la extinción. Desde esta perspectiva, todo esfuerzo para educar a la población es válido y cualquier iniciativa en pro de evitar causar más daño debe ser respaldada. Por ello es merecido resaltar el trabajo que vienen realizando líderes de la comunidad galapagueña, con el fin de formar a su comunidad en materia ambiental e incentivar el amor por el medio ambiente como parte de su patrimonio de vida.
Entre las iniciativas que pude atestiguar mientras visitaba las islas, debo mencionar a personas como «Don Miguicho» miembro de APEPCI; un hombre mayor que desde hace cinco años realiza cada año una campaña para limpiar a la isla Santa Cruz de las colillas de cigarrillo. Su campaña se titula «Nicotina asesina» y este año, en el marco de este Encuentro, «Don Miguicho» lanzó su campaña superando el éxito y el respaldo obtenido en años anteriores. La cruzada anti-colillas se extendió, gracias a la Licenciada Marybel Luzardo, representante del Colillatón Ecuador, quien invitada por APEPCI pudo llevar el Colillatón a la isla Isabela y a San Cristobal. Por su parte, APEPCI con la ayuda de la comunidad, logró limpiar a Isabela de la presencia de sorbetes plásticos en un acto sin precedentes donde los dueños de restaurantes y fondas entregaron de forma voluntaria este material y se comprometieron a su desuso. Todas estas iniciativas necesitan ser promulgadas y apoyadas para que se mantengan en el tiempo y se constituyan en soluciones a problematicas especificas.
Entre las iniciativas admirables que presencié durante mi visita a las Galápagos, se encuentra la de «Don Miguicho», como le llaman sus amigos y quien también es miembro de APEPCI. Desde su lugar de residencia, la isla Santa Cruz, «Don Miguicho», lleva cinco años promoviendo una campaña para concienciar sobre el daño irreparable que producen las colillas de cigarrillo y su efecto nocivo al medio ambiente. Su campaña lleva el nombre de su fundación, «Nicotina asesina», y este año, en el marco de este I Encuentro de Escritores y Poetas Ecologistas , «Don Miguicho» lanzó nuevvamente su campaña, superando el éxito y el respaldo obtenido en años anteriores. La cruzada anti-colillas se extendió, gracias a la Licenciada Marybel Luzardo, representante del Colillatón Ecuador, quien invitada y auspiciada por APEPCI, pudo llevar el Colillatón a las islas Galápagos. Por su parte, APEPCI, se unió a la campaña de erradicación de plástico que lidera actualmente el Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos, precedido por la Abogada Lorena Tapia, Ministra – Presidente, y con el apoyo de la comunidad, se logró que a Isabela se la declare libre de la presencia de sorbetes plásticos, en un acto sin precedentes donde los dueños de restaurantes y fondas entregaron de forma voluntaria este material a la Comisaria Nacional de Policía de este cantón y se comprometieron a su desuso, como en el resto de islas. Todas estas iniciativas necesitan ser promulgadas y apoyadas para que se mantengan en el tiempo y se constituyan en soluciones a problemáticas específicas.
En este grupo de líderes de la comunidad, es merecido resaltar también las iniciativas que nacen del pueblo y reconocer el papel de las poetas galapagueñas, Flor María Freire Neira y su hija, Flor Viviana Naranjo Freire, conocidas como Flores de las Galápagos, embajadoras de buena voluntad de nuestra organización y fundadoras de la organización APEPCI. Se trata de dos poetas visionarias, quienes sobresalen por su liderazgo, compromiso y valentía, haciendo que la poesía ecológica constituya instrumento de paz contra la extinción planetaria. La organización «APEPCI es una asociación sin ánimo de lucro, legalizada por Acuerdo Ministerial No. DM-2016-065 del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, que enriquece y recupera el patrimonio artístico, literario e histórico de las islas Galápagos y a través de sus obras artísticas y literarias se manifiestan a favor del planeta Tierra, concienciado sobre las especies en peligro de extinción, el calentamiento global y el agua».
Las Flores de las Galápagos» ocupan un lugar muy importante en la historia humana de Galápagos y serán reconocidas por muchas de sus iniciativas en favor de su comunidad; entre ellas, ya puede atribuirse que gracias a su organización APEPCI, son los primeros en dar a conocer a nivel mundial, el talento y la inspiración de los escritores y poetas oriundos de las islas Galápagos, Ecuador. Sin duda, se sienten Flor María Freire y Flor Viviana Naranjo Freire se sienten orgullosas de su identidad galpagueña y valoran el acervo cultural de este paraísol único e invaluable. Ellas han logrado incluir en la sociedad a los hombres y mujeres de los que poco o nada se había hablado, para devolverles y reconocerles los derechos de autor, promulgando los derechos humanos de expresión, creación artística y dignidad personal.
A través de su gestión cultural, ambiental y de caracter social, han logrado unir a un importante grupo de artistas y líderes, con quienes vienen trabajando para avivar el espíritu de la preservación a través de sus obras artísticas y literarias, a la vez que adelantan un proyecto para recuperar la historia de sus antepasados y documentar las leyendas que sobreviven gracias a la tradición oral. «Flores de las Galápagos» merecen el reconocimiento por su contribución al bienestar del planeta, y es por esta razón que Hispanic Heritage Literature Organizatión / Milibrohispano se siente honrado al contar con su colaboración como Embajadoras de buena voluntad y desea seguir apoyando la realización de tan encomiables proyectos.
[1] http://www.hear.org/galapagos/invasoras/temas/manejo/vertebrados/proyectos/pi.htm