Creación literaria

La voz dibujada

La voz dibujada

Por Julio Garzón

Primero fui el verbo que inició la cuenta del mundo y los hombres. Las manos que artistas anónimos estamparon en cavernas rupestres. El eco de voces y jarchas de juglares contando mil historias remotas. Cuando los hombres empezaron a escribir, busqué permanencia en el dorso frío de la piedra, la corteza del árbol y la arcilla cuneiforme de pueblos asirios y sumerios.  Sobre seda o bronce; papiros, pergaminos y manuscritos, fui la voz dibujada en los fonemas. El sonido y el gesto transmutados en grafías. La palabra viva revelada en versos e historias, para conservar el esquivo recuerdo de los pueblos.

Sí. Soy vivencia de saberes, hechos y ambiciones. De ideas perseguidas y pensamientos reprimidos. De legiones romanas arrojándome al fuego, bajo la espada de Diocleciano. De noches aciagas, iluminadas por la hoguera de mis páginas y el brillo oprobioso de esvásticas hitlerianas. De juicios sumarios, ejecuciones, purgas y destierros.

Soy alquimia del árbol y la tinta. Un artificio de tapas, hilos y costuras; voces cultivadas en el papel amarillento. El pacto sellado por los siglos desde la imprenta de Gutenberg, hasta la  magia del ordenador y la intimidante  llegada de la inteligencia artificial. Basta desempolvar todos mis silencios para encontrar en mí, verdades ocultas que  liberan o incomodan, o en un clic, volver a soñar, viajar, fundar nuevas utopías. Yo preservo la memoria quebradiza de la humanidad, los  misterios de las cosmogonías y el conocimiento que ilumina y libera . Muchos desean abrirme y otros quieren para siempre cerrarme. Lo primero es vivir, es avanzar. Cerrarme, es regresar a la noche oscura de la humanidad.