¿Cómo crear armonía en familia?
Por Claudia Behn-Eschenburg
En esta vida cotidiana en la que cada uno de los integrantes de la familia está ocupado, ya sea por el trabajo o el estudio que nos exige y muchas veces nos estresa, llegamos agotados a casa tan solo con el deseo de descansar y liberarnos de ese rol social externo. No son pocas las veces en las que nos descargamos del día pesado, llevando la queja y el reclamo por todo aquello que nos está molestando y que generalmente tiene que ver con lo vivido fuera de casa.
A la vez, no nos da el tiempo para poder conversar con tranquilidad y muchos de nuestros diálogos en familia se convierten en monólogos inquisitorios como “¿Ya regresaste?”, “¿Ya hiciste la tarea?”, “¿Ya comiste?”, “¿A dónde vas?”, “¿A qué hora te vas a dormir?”, y estas preguntas tan solo se responden con monosílabos como “sí”, “no”, “tal vez”.
¿Cómo podemos crear un ambiente de armonía y bienestar y lograr comunicarnos con mayor amabilidad y respeto para que no tengamos que entrar en una dinámica de ataque y contraataque o de ataque – defensa y disfrutar verdaderamente de nuestra relación con nuestros seres queridos?
Saquémosle jugo al tiempo y logremos conectarnos con nuestra pareja, con nuestros hijos. Siempre podemos hacernos tiempo para convivir. Todos tenemos que comer y es un perfecto momento para convivir juntos alrededor de la mesa y compartir nuestras vivencias. También podemos estar juntos mientras hacemos las tareas del hogar y las de la escuela. Por ejemplo, mientras cocino, mi hijo puede hacer la tarea. Ambos tenemos que cumplir con nuestras tareas, sin embargo, ¿qué tal si las hacemos juntos? Es un tiempo de convivencia, que, aunque no estemos hablando, estamos compartiendo en el aquí y ahora. ¿Y si “decoramos” el ambiente con música que nos guste a los dos? Es un construir puentes en los que ambos podemos disfrutar de ese momento.
¿Qué tal si las preguntas de la vida cotidiana pueden cambiar de tono y convertirse en diálogos más empáticos, como “¿Cómo estás?” Y darnos el tiempo y la presencia emocional para escuchar. Con ello me refiero explícitamente a tan solo recibir a tus seres queridos sin juicio, sin dar solución, sin consejo, sin opinión. Tan solo un eco, un acuse de recibo, es decir, un sentido y franco “ahá”. Probablemente, te sorprenderás si con el tiempo tus hijos te conversan más.
En mi libro Familia. Los 7 Secretos para tu Mejor Vida Familiar (Behn-Eschenburg, 2023) hago especial énfasis en la importancia de la escucha empática. Se trata no solo de oír lo que dice el otro, sino de realmente recibirlo, con la mente y el corazón abierto. Es estar emocionalmente presente y poder validarlo, logrando ser así un real interlocutor válido.
Logremos reemplazar reclamo por petición. Los reclamos destruyen, las peticiones construyen. ¿No suena diferente decir “¡Otra vez dejaste tu tasa en la mesa!”, a “¿Crees que pudieras sacar la tasa de la mesa por favor? O “¡Tú siempre dejas las luces prendidas!”, a “¿Podrías apagar las luces, por favor?”
La comunicación familiar puede convertirse en algo mágico cuando nos escuchamos con respeto y nos logramos comprender y aceptar recíprocamente. Es así como surge el interés mutuo, el calor de hogar que en el fondo todos necesitamos y que juntos podemos construir con creatividad día con día.
Sobre la autora
Claudia Behn-Eschenburg
Doctora en Psicoanálisis – Psicoanalista Onto-humanista – Coach de Fortalecimiento Interior® – Conferencista – Autora
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