Conversamos con Pilar Vélez Zamparelli, escritora colombiana radicada en Miami, a propósito de su visita a Colombia donde desde el 19 de abril hará un tour por Bogotá y Cali, su ciudad natal, para presentar su primera novela, El Expreso del Sol, ganadora del Primer lugar del International Latino Book Awards – Best non fiction / Autobiography 2016, el certamen más prestigioso de los Estados Unidos para la literatura hispana.
La escritora también estará presente en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2017, el evento cultural más representativo y tradicional en Colombia, que reúne durante 14 días a más de 500 mil personas que participan en más de mil doscientos eventos con autores, presentaciones de libros y actividades culturales, con un reconocimiento internacional que la consolida como uno de los eventos de mayor nivel e importancia en Latinoamérica y que este año arriba a su edición número 30.
En el marco de FILBo, Pilar Vélez cumple con dos fechas importantes. La primera el jueves 27 de abril a las 12 p.m. en el salón H presentando la charla “Escritura, educación y cátedra para la paz”, bajo la moderación de la escritora Beatriz Vanegas Athias, y luego el sábado 29 de abril a las 5 p.m. en el salón H, la presentación oficial de El Expreso del Sol a cargo del escritor y poeta José Luis Díaz Granados.
Por Evelyn Navas Abdulkadir @ecnaproasesoria
¿Cómo puede la escritura servir para promover la paz y dar a conocer los verdaderos efectos de la violencia sobre las víctimas, en especial las mujeres y sus hijos, o la familia en general?
“La escritura es un recurso que cumple con múltiples propósitos. Escribir es un acto personal mediante el cual nuestro ser interior se comunica obedeciendo la intimidad de su propio tiempo y espacio, y de una forma más reflexiva; el dolor o la emoción encuentran un lugar para liberarse… Es allí, donde el recurso de la escritura es fundamental como canal de comunicación para atestiguar la historia personal, en este caso la de aquellos que han sufrido a causa de la violencia para que sus pérdidas no se limiten a las estadísticas y que éstas sean vistas con humanidad. Cada víctima tiene un rostro, un nombre, una historia y algo que decir. La escritura puede ser su voz, su desahogo y la catarsis para que en su ser se acune de nuevo la esperanza. La escritura servirá para documentar, pero también para liberar y aportar a la sociedad los diferentes ángulos de la violencia y sus reales repercusiones en la vida de los afectados.
Para que haya paz se necesita de un proceso de reconocimiento y confrontación de la verdad, reconstruir la historia que ha sido fragmentada y hasta cierto punto convertida en un eterno purgatorio. Como sociedad, independiente de que nos guste o no, necesitamos asumir lo que nos ha pasado, y una de las formas de revelar y afrontar esta verdad es mediante la escritura, la educación y el poder sanador de las artes. Es hora de que comencemos a escribir la historia de la paz en nuestro país, para que sea testimonio y enseñanza para las nuevas generaciones”.
Educar para la paz es fundamental para afianzar el proceso de pacificación en Colombia. ¿Qué significa una obra como El Expreso del Sol para el proceso de paz? ¿Qué aporta este libro al país en este momento histórico?
“El Expreso del Sol es el testimonio de los estragos de la violencia narrados a través de los ojos de una niña, Corintia, quien revela las repercusiones que trascendieron a tres generaciones de una misma familia. Esta historia, basada en hechos de la vida real, devela la mutación de la violencia, especialmente los efectos en las mujeres y los niños. Pone de manifiesto la necesidad de que cada ser humano enfrente su historia y se reconcilie con la realidad personal y social para proyectarse hacia el futuro. En la obra, Corintia se cuestiona, indaga, filosofa… desnuda a los personajes, llora y ríe con ellos los escucha… los perdona.
El Expreso del Sol es un viaje por las estaciones de la vida de los desplazados que aporta testimonios de la vida rural y urbana, y expone la problemática social que enfrentan los grupos marginados, no solo aquellos que han sufrido el exilio forzado, sino también los que han heredado la pobreza de generación en generación, y por qué no decirlo: la violencia. Esta obra evidencia el peso que ha recaído sobre la mujer, la importancia del hombre como jefe de hogar, la situación de la infancia y de los jóvenes que han germinado en medio del conflicto y la descomposición social. Pone de manifiesto la urgencia de recuperar los valores, de reconstruir las familias y reconciliarnos como sociedad para que seamos protagonistas de la paz y la justicia social”.
¿Qué tan importante es el perdón y la reconciliación a nivel familiar, comunitario y estatal para el afianzamiento del proceso de paz en Colombia?
“Mandela, a quien admiro mucho, dijo: ‘Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con él. Entonces se vuelve tu compañero’. Sin duda, es un paso muy difícil. Invitar al diálogo a una persona que te ha herido profundamente para que juntos encuentren el camino de la reconciliación requiere de una gran fortaleza espiritual. Pero hay que recordar que nadie nace odiando y que la paz es un estado al que podemos volver si en realidad lo deseamos, independiente del gobierno y los acuerdos o del mismo acto de contrición de la persona que nos ha herido. El objetivo es sembrar la paz en el corazón y esto se logra a través del perdón. Quien perdona se libera, vive de nuevo, a pesar de las circunstancias en que se encuentre. Cuando una persona goza de la paz, la proyecta en sus relaciones interpersonales con su familia y con la comunidad. La primera reconciliación es a nivel personal. A veces creemos que el acto de perdón comienza cuando el otro lo pide, -pero el perdón comienza en uno mismo, no en el otro-. No podemos darle ese poder a un tercero o delegar la responsabilidad en la sociedad. La reparación tomará años, por lo que es necesario que se implemente un plan acorde a nuestra situación nacional, que lleve a un verdadero cambio social y a una cultura de paz sostenible”.
La protagonista, Corintia, vive su propio proceso de reconocimiento de los efectos de la violencia en su propia familia a través de su travesía personal, ¿Qué valores les muestra Corintia a todos para superar su realidad sobre la violencia, el desplazamiento y el exilio forzado? ¿Se puede lograr la felicidad luego de tanto dolor e infortunios?
“Corintia es un personaje que decide caminar el sendero de la paz y no plantar muros sobre el dolor. Ella pudiera seguir de largo, pasar por encima de su historia, ser indiferente y hacer su propio camino, pero decide enfrentarse ‘a sus fantasmas’ y encarar aquella carga que lleva a la espalda: el pasado que le duele. Cuando ella creía haber logrado una estabilidad y el control sobre su vida, se da cuenta de que no puede arriesgarse a que el tiempo y la distancia lo curen todo, pues en esta espera se le puede ir la vida. Este proceso la lleva a una madurez como personaje, pues se llena de valor para enfrentar su historia y conocer la verdad de quienes le antecedieron y le hicieron daño. Se da a la tarea de establecer ese diálogo, a veces antagónico y doloroso, para poder comprender el contexto que ha marcado a su familia y reconocer las ataduras que debe romper para llegar al perdón y al amor.
Respondiendo a tu pregunta sobre si se puede lograr la felicidad después de tanto dolor e infortunios te diría que sí. Soy consciente de que el viaje en las estaciones de El Expreso del Sol no termina y que Corintia, al igual que todos los desplazados y las personas que han sufrido la violencia, llevan huellas muy profundas que los acompañarán por siempre. Sin embargo, la catarsis que ha experimentado Corintia y a través de ella, los personajes de este relato, conlleva a un estado de liberación. En Corintia ya no reina el miedo ni el dolor, sino un sentimiento de amor”.
Como colombiana radicada fuera del país, ¿Qué tan autobiográfica es la novela El Expreso del Sol?
“Muchas de las personas que han leído la novela El Expreso del Sol se han sentido identificadas con la historia puesto que retrata sus vidas o las de sus familias. Para algunos lectores ha sido un reencuentro con una parte de sus vidas que les ha hecho valorar la paz y todo el esfuerzo que han hecho sus abuelos o sus padres – y ellos mismos- para superar el legado histórico. La narrativa evidencia por lo menos una decena de problemas sociales a raíz del conflicto político, la pobreza y la falta de oportunidades. Yo diría que esta obra no es solo mi autobiografía o la de mi familia o la de un círculo de amigos, más bien es la voz de un pueblo que vivió la historia y me permitió dar a conocer su voz”.
A nivel personal, ¿Qué representa esta historia en su vida? ¿Qué enseñanzas le legó?
“Es un sueño hecho realidad. En parte, Corintia fue salvada por los sueños que construía cuando subía a la rama de su árbol de mango. Unos cuantos centímetros arriba del suelo significaban para ella el derecho a la libertad de soñar y alejarse momentáneamente de su realidad, o al menos, contemplarla desde una aparente distancia. Hoy, al igual que ayer, este libro significa eso para mí, ser libre. Compartir a través de la escritura, y sin sentir vergüenza o temor, el camino que he recorrido hasta llegar aquí. Como personaje y autora, me siento comprometida a levantar mi voz por aquellos que no pudieron o que no pueden hacerlo; especialmente, dar a conocer otros aspectos vitales de la problemática que enfrentan las mujeres que han sido víctimas del conflicto y de la violencia sistémica que ha azotado a nuestro país. Ellas, -muchas, viudas o madres solteras-, son las encargadas de educar a la nueva generación de hombres y mujeres que escribirán el futuro, por lo que es imprescindible que cuenten con verdaderos programas de apoyo. Esta coyuntura puede ser una gran oportunidad para que otros problemas sociales sean tratados a nivel de gobierno y de sociedad civil”.
¿Qué mensaje como escritora y como colombiana de la diáspora en Estados Unidos, le deja a quiénes también han vivido la violencia, la guerra y el exilio en su país?
“Colombia es una gran nación y es capaz de lograr la anhelada paz más allá de los acuerdos, gracias a la buena fe de su pueblo. El deseo de paz debe unirnos y movernos hacia un estado de reconciliación y oportunidades para todos. Considero que los escritores colombianos, independiente del lugar en el que nos encontremos, podemos ser partícipes de este proceso y brindar mediante nuestras obras, esos caminos de paz, justicia y optimismo que son necesarios para cimentar la transformación que deseamos. Pero no es el acto de un escritor y sus deseos, sino el de un país y el de un gobierno que se compromete con su futuro”.
¿Qué significa presentar el Expreso del Sol ante sus compatriotas en el marco de la FILBo?
“Estar en la FILBo es otro de mis sueños hecho realidad. Luché mucho para vivir este momento y me alegro de no haber desistido de mis sueños de ser escritora y más aún, poder presentar ante el público una obra de vida como lo es El Expreso del Sol. Esta obra me permite llevar un mensaje real y de esperanza a la sociedad y compartir algunos puntos de vista sobre el drama que viven los desplazados y las personas que han sido víctimas de la violencia en todas sus manifestaciones.
Sé que el perdón se puede lograr y que si hay voluntad y disciplina se puede superar la brecha que nos separa de tener una vida digna y feliz. Yo me sentía en deuda con aquellas voces que me acompañaron al escribir esta obra… Ahora, finalmente, siento que El Expreso del Sol llegó a su puerto y es libre para escribir nuevas estaciones”.