Cuando el bien duele: la paradoja de la bondad en un mundo que no siempre premia la virtud
Artículo de opinión
Por Pilar Vélez
Hay un instante en la vida en el que el corazón se debate entre dos caminos: hacer lo correcto o resguardarse en la indiferencia. Para algunos, la elección es simple; para otros, es un acto de valentía que nace de la convicción de que el bien, incluso en su fragilidad, puede transformar el mundo. Pero, ¿qué sucede cuando esa voluntad noble termina en decepción, en traición, en heridas que no esperabas?
La historia de la humanidad está llena de almas que han dado sin esperar, que han tendido la mano sin pedir nada a cambio, solo para descubrir que la vida no siempre premia la bondad. A veces, ser bueno significa convertirse en blanco fácil para quienes no comparten el mismo código moral. A veces, ser noble se traduce en cargar con la cruz de la incomprensión.
Cuando el bien se convierte en una condena
Ser bueno es un ideal que nos enseñan desde la infancia: ayudar a los demás, decir la verdad, ser justo, ser noble. Pero la realidad se encarga de desmentir la promesa de que las buenas acciones siempre traen buenos resultados. Hay quienes han vivido con una fe inquebrantable en la justicia, solo para encontrarse con la dureza de un mundo que no siempre recompensa la virtud, sino que, a veces, la castiga.
Jesús de Nazaret predicó el amor y el perdón, sanó enfermos, dio voz a los humildes y enseñó que el bien estaba por encima de cualquier recompensa material. Su destino: la traición y la cruz. Su mensaje sigue vivo, pero su martirio es un recordatorio de que incluso el amor más puro puede ser castigado por un mundo que no siempre comprende la luz.
Mahatma Gandhi lideró una lucha pacífica por la independencia de la India, promoviendo la resistencia no violenta como un arma más poderosa que cualquier ejército. Renunció a las comodidades, ayunó en nombre de su pueblo y llevó un mensaje de unidad. Sin embargo, terminó asesinado por uno de los suyos, demostrando que, incluso en la victoria, el bien puede ser traicionado.
Martin Luther King, Jr. soñó con un mundo sin racismo, sin discriminación, sin odio. Arriesgó su vida por la igualdad y la justicia social, convencido de que la lucha pacífica podía derribar muros. Su legado es inmenso, pero su destino fue el mismo que el de tantos que buscan cambiar la historia: una bala apagó su voz, aunque su mensaje sigue resonando.
La falta de criterio propio y la falsa lealtad

Quizás uno de los elementos más dolorosos del camino de la bondad no es solo la injusticia del destino, sino la facilidad con la que las personas traicionan sin remordimiento. La verdad se vuelve relativa cuando la mentira conviene más. La amistad se diluye cuando implica un riesgo. El criterio propio desaparece cuando es más fácil seguir la corriente.
Muchos se aferran a lo que les dicen, sin cuestionarlo, sin analizarlo, sin contrastarlo. No importa la inocencia del otro, no importa la verdad, no importa la justicia. La historia está llena de víctimas de este fenómeno: personas que fueron condenadas no por lo que hicieron, sino por lo que alguien dijo que hicieron. La palabra falsa, la difamación, la manipulación, la cobardía disfrazada de neutralidad han destruido más vidas que cualquier arma.

El caso de Émile Zola es un ejemplo de ello. Famoso por su obra literaria, Zola puso en riesgo su carrera y su vida al publicar J’Accuse, una carta abierta denunciando la injusticia cometida contra Alfred Dreyfus, un oficial judío falsamente acusado de traición. Lo que siguió fue un linchamiento público: no solo fue perseguido y obligado al exilio, sino que muchos de sus propios colegas escritores lo traicionaron, negándole su apoyo, algunos incluso celebrando su desgracia. Lo más doloroso no fue la persecución del Estado, sino el abandono de aquellos que decían compartir su amor por la verdad.
Este caso refleja cómo, cuando hay que tomar una postura frente a la verdad, la mayoría prefiere no hacerlo. O peor aún, se suman a la condena del inocente porque resulta más cómodo. La verdadera amistad, aquella que se mantiene firme en la adversidad, es escasa.
Cuando la mentira vale más que la verdad
Las personas mienten con demasiada facilidad. Se aferran a rumores, condenan sin pruebas, celebran la caída del otro sin preguntarse si lo que han escuchado es cierto. La mentira es el arma del cobarde, y lo más preocupante es que, cuando una mentira se repite lo suficiente, se convierte en verdad para quienes no se toman el tiempo de cuestionarla.
Vivimos en una época donde la difamación se ha vuelto un deporte, donde el juicio sin fundamentos es la norma, donde la reputación de una persona puede ser destruida con un clic, con una palabra, con una mirada de desprecio. En esta era de la inmediatez, la justicia tarda en llegar, y cuando lo hace, a veces es demasiado tarde.
La bondad como resistencia: un antídoto contra la indiferencia
La bondad es un pilar fundamental para la paz y la dignidad humana, pues nos recuerda que en cada encuentro con otro ser humano existe la oportunidad de hacer el bien. Como afirmó Séneca: «Donde quiera que haya un ser humano, hay una oportunidad para la bondad.» Esta enseñanza estoica nos invita a actuar con generosidad, empatía y compasión en todo momento, sin importar nuestra posición o circunstancias. La bondad no solo transforma la vida de quienes la reciben, sino también la de quienes la practican, generando un efecto multiplicador que fortalece los lazos sociales y fomenta la armonía en las comunidades.
Sin embargo, el peor enemigo de la bondad es la indiferencia. La falta de interés por el bienestar ajeno, el egoísmo y la apatía pueden hacer que las injusticias pasen desapercibidas y que el sufrimiento de los demás se normalice. Como advirtió Edmund Burke: «Lo único necesario para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada.» Cuando dejamos de ver al otro como un ser digno de compasión y respeto, erosionamos los valores que sostienen la convivencia humana.
¿Vale la pena ser bueno?
Es fácil amar el bien cuando todo fluye como esperas, cuando hay gratitud y reconocimiento. Pero cuando la generosidad es devuelta con ingratitud, cuando la confianza es traicionada, cuando el amor es pisoteado, surge la duda: ¿vale la pena seguir siendo bueno en un mundo que no lo aprecia?
Para muchos, la respuesta es el silencio. La decepción se convierte en una barrera y el miedo a ser herido otra vez los transforma en espectadores de una realidad que antes intentaban cambiar. Hay quienes endurecen el corazón y dejan de creer en la bondad, mientras que otros, a pesar de todo, siguen adelante, porque entienden que la esencia del bien no está en la recompensa, sino en la intención.
Quizás el destino de quienes actúan con bondad no es recibir lo mismo en retorno, sino demostrar, aunque sea en un rincón del mundo, que la luz todavía existe. Que aunque el bien duela, aunque la vida a veces castigue al que menos lo merece, no hay acto noble que se pierda en el vacío.
«La bondad en palabras crea confianza. La bondad en el pensamiento crea profundidad. La bondad en el dar crea amor.»
— Mahatma Gandhi
A veces me sorprende la facilidad con la cual las personas, aun siendo conscientes de su mal actuar, proceden en contra del otro, como si hacer el mal fuese un acto desechable, sin consecuencias ni repercusiones. Pero el daño que causamos, por más efímero que parezca, deja huellas en quienes lo padecen y también en quienes lo ejercen. La bondad, en cambio, es el único camino que nos redime como sociedad y nos permite avanzar con dignidad.
Tal vez, para quien ha sido herido, no quede más clamor que el de Jesús en la cruz: «Perdónalos porque no saben lo que hacen.» No porque el daño sea menor ni porque la injusticia desaparezca, sino porque el perdón es la única manera de no quedar atrapado en el rencor, de no cederle al dolor el poder de amargarnos la vida. Seguir adelante, sin que el mal nos defina, es la verdadera victoria.
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Créditos de las imágenes
- Émile Zola - Émile Zola: ETHZürich - https://www.e-periodica.ch/digbib/view?pid=lib-005:1946:3::99#64 - Portada del periódico L’Aurore - Dominio público - https://en.wikipedia.org/wiki/File:J%E2%80%99accuse.jpg
Sobre la autora
Pilar Vélez, autora galardonada en literatura infantil, juvenil, novela y poesía. Además de su prolífico trabajo como escritora, se desempeña como directora y Coach editorial en Snow Fountain Press, una editorial para autores independientes que ha acumulado numerosos premios literarios gracias a las obras que ha publicado.
En el ámbito de la promoción de la cultura y la literatura hispana, Pilar Vélez ejerce como presidenta de Hispanic Heritage Literature Organization – Milibrohispano, una institución sin ánimo de lucro dedicada a fomentar la cultura hispana y el acceso a la lectura y la escritura en la comunidad hispanohablante.
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