JOSÉ DOLORES ZARANTE GONZÁLEZ
Entre la crónica, la poesía, la música y el fusil
Por: YEHUDAH ABRAHAM DUMETZi
Escritor y poeta.
Lorica, Caribe colombiano.
“¿Qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que tiene solo ojos, si es pintor; orejas, si es músico; o una lira en cada fibra del corazón, si es poeta; o, incluso, si es boxeador, solamente músculos? Por el contrario, es, al mismo tiempo, un ser político, constantemente alerta ante los desgarradores, violentos o piadosos acontecimientos del mundo […]. No, la pintura no está hecha para decorar apartamentos. Es un arma de guerra ofensiva y defensiva”.
Pablo Picasso
“[…]. La relación entre los políticos y los literatos es, generalmente, ambigua. El político, a menudo, es un literato fracasado o mediocre y termina por despreciar al literato y al poeta, considerándolos no más que astutos vagos, aunque, en realidad, los envidie. El literato, y, todavía más, el poeta, a su vez, desprecia al político, al que considera hipócrita, corrupto, arribista, pero, al mismo tiempo, teme su poder e intenta caerle bien con alguna que otra dedicatoria aduladora para obtener favores”.
Luca Canali. 23 puñaladas, el diario secreto de Julio César
Está registrada en los anales de la historia la participación de artistas en el oficio cruento de la guerra, entre ellos muchos poetas y dramaturgos. Costumbre esta que era percibida por escritores poetas como la gran experiencia para poder conocer otros reinos o países de la antigua Europa; dentro de estos, podemos señalar al poeta y militar Francisco de Aldana, de igual forma, al máximo exponente de las letras hispanas, Miguel de Cervantes Saavedra y, por supuesto, al gran Garcilaso de la Vega, excelso poeta, quien encendiera la tea de las artes del Siglo de Oro y, a la vez, maestre de campo de los tercios castellanos en el reinado de Carlos I del Reino de España. De igual forma, el poeta Pedro Calderón de la Barca, llamado el Caballero de la Orden de Santiago, quien no se quedó atrás, sostenía una espada en la mano derecha y un libro en la mano izquierda.
180 años después de la muerte de Calderón de la Barca, nace en Abya Yala (América), en el Sitio de Lorica (población elevada a la categoría territorial de Capitanía de Guerra desde 1740, que luego sería capital de provincia del viejo Bolívar Grande y, hoy, municipio principal del departamento de Córdoba), Caribe colombiano, en 1860, el poeta y músico José Dolores Zarante, no fue menos que sus ancestros en este oficio, heredando a la vieja usanza española la combinación entre el libro y la espada (esta vez, el fusil).
Desde muy niño, la calamidad quiso aplastar a José Dolores Zarante, cerniéndose sobre él. Pues, con tan solo cinco años, muere su madre. Desde ese instante, su crianza estuvo a cargo de su madrastra, cuyo trato hacia el pequeño José nunca fue nada amoroso. No obstante, su actitud para la música y la poesía le abriría las puertas por las que escaparía del duro trato sufrido bajo esta desconocida mujer.
“A mis cinco y tres meses murió mi señora y buena madrina y pasé a la casa de mis padres; pero tuve la desgracia de que al mes y dos días de muerta aquella – el 3 de agosto– murió mi madre, y luego pasé al lado de una madrastra irascible, que me trató inicuamente. Y yo, que nací con tendencia a la libertad absoluta, rebelde, intransigente desde que tuve uso de razón, con las injusticias, y por añadidura, aficionado a la música y a la poesía, y apasionado intensa y sinceramente, a esa deidad encantadora que se llama mujer, pasé una vida de niño y jovencito tristísima, pues fui tratado con exagerado rigor. Y en verdad, no me explico cómo, no habiendo tenido estudios formales, ni un dulce hogar, donde la virtuosa madre con la palabra y el ejemplo forma el corazón de su hijo, no me explico, digo, cómo no me perdí, sino que incontaminable e incorruptible, tensa perseverante y de carácter incontrastable, supe ser sincero, leal y abnegado, y optar por la senda de la Ley”. ii
Sin embargo, por sobre aquel infortunio que, desde su infancia, se cernió contra su humanidad, el universo conspiró a su favor, favoreciéndole con un sistema de contrapesos en la vida; principios estos que le ayudaron a sortear los miles de desgracias que lo acechaban diariamente. Es así que, finalizando el siglo XIX, llega a la Venecia sinuana José Antonio de la Paz y Montes, portorriqueño que funda en Lorica una escuela de música. Es él quien descubre que el niño José Dolores tiene la cualidad extraordinaria y excepcional de poseer oído absoluto, habilidad natural que le permitió desarrollar al máximo su carrera musical. Este dedicado maestro conversa con don Manuel José Zarante, quien inscribe al futuro cronista, poeta, músico y militar en aquella academia donde estudia solfeo, flautín y requinto. Durante su carrera musical, compuso valses, danzas, polcas, mazurcas, danzones y hasta marchas fúnebres. Sus obras musicales se propagaron rápidamente por casi todo el Caribe colombiano.
“A mis doce años fui miembro de una banda de músicos que fomentó aquí el inteligente maestro y clarinete insuperable, don José de la Paz y Montes, portorriqueño. Le puse mucho amor al arte, pero sin estudiar más que el instrumento que ejecutaba: requinto, y dicen que yo arrancaba muchos aplausos cuando me oían –y algo de solfeo–. Contaba catorce años cuando comencé a hacer mis primeras composiciones musicales y después de terminada la banda, formé una orquesta, toda de muchachos. Desde mis trece años era yo luchador liberal aquí en mi cuna: escribía papeletas para las elecciones, y me metía en los cuarteles, ayudaba a limpiar las armas y hacía balas para los fusiles, que llamaban pistones; por las noches, peleaba a las trompadas con los muchachos conservadores”. iii
Entre los años 1874 y 1875, José Dolores Zarante se convierte en un activista político, vinculándose con el liberalismo radical del que fue ferviente defensor hasta su muerte. Él mismo decía en una de sus polkas titulada César Conto:
“Yo creo que el liberalismo y el arte son las dos cosas más bellas de la tierra; por eso puedo decir, parafraseando al egregio poeta Guillermo Valencia, que soy liberal por estética, como lo fueron Julio Flórez, Jorge Isaacs, Diógenes Arrieta, Rojas Garrido, César Conto y Rafael Núñez en su juventud”.
Cuatro años más tarde, en 1879, es ascendido al grado de cabo primero en el Batallón Sinú y, en 1883, lo ascienden al grado de teniente. Ese mismo año, en el mes de septiembre, no hace esperar más a su prometida, la señorita Rosa Dolores Rhenals, con quien contrae nupcias. Sin embargo, no logra disfrutar de los placeres de la luna de miel, pues es llamado tres días después por el coronel Tomás Blanco del Batallón Sinú para ir a combatir en Cartagena.
Combatiendo en la guerra de 1885 en la ciudad de Cartagena, es arrestado y conducido a la prisión por un tiempo breve. El 11 de febrero de 1886 es llevado prisionero a Colón, Panamá, pero esta vez no iría solo. Con él, es arrestado y conducido el general Jesús María Lugo. Ese mismo año, Zarante se fuga y regresa a su natal Lorica. De inmediato se pone a la tarea de reorganizar la banda que, años antes, había fundado, “Armonía de Lorica”.
Pese a sus múltiples infortunios, José Dolores Zarante fue un hombre al que la Divina providencia le concedió el privilegio de vivir en dos siglos y ser testigo activo de muchos hechos y sucesos acaecidos durante su periplo por el Caribe como militar y músico; y, por supuesto, los actos ocurridos en el puerto de Lorica, donde presenció la transformación de una simple aldea en una populosa población matizada por etnias extranjeras que, año tras año, iban llegando.
Pero, sin duda, su mayor acierto fue convertirse, sin querer, en uno de los primeros intelectuales de la capital bajosinuana, a la que también le aportó sus dotes de cronista. Hasta el presente, no se tiene conocimiento de antecedente alguno de otro cronista loriquero de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, siendo José Dolores Zarante el único en retratar, a través de las páginas de su extensa crónica “REMINICENCIAS HISTÓRICAS. Lorica y Cartagena (Recuerdo de un soldado liberal)”, los actos de la sociedad sinuana antes y después de la guerra de los mil días. Este conmovedor trabajo literario fue escrito en 1929, pero publicado años más tarde, poco antes de su fallecimiento en 1933.
“Nací en la época en que el gran general Tomás Cipriano de Mosquera, poniéndose a la cabeza del partido liberal, lo llevó de triunfo en triunfo, tremolando en sus manos la bandera roja, hasta escalar las gradas del Palacio de San Carlos, donde hizo flotar en el espacio la tricolor bandera de la patria, y luego convocó la convención que se instaló en Río Negro, cuna del inmortal Córdoba, de donde salió la libérrima Constitución que inspiró tanto al inmortal Víctor Hugo.”iv
Dolores Zarante quizás fue el último romántico que la Venecia del Sinú había parido. Abandonado y preso en el extranjero, lejos de su familia y de sus amigos, aún permanecía en él ese espíritu idealista de poder ofrendar su vida por el bien de la patria, aunque esta le diera la espalda. Así lo demostró en el poema que, desde la ciudad de Managua, capital de Nicaragua, en el año de 1901, escribió.
PROSCRITO
A mi nobilísima mujer
Proscrito estoy… mi Patria la que adoro
y adoré con íntima vehemencia,
no tiene para mí, sino inclemencia
por más que de ella su mirada imploro.
¿Cómo es cierto que el artista goza
en medio del dolor que le persigue,
sino halla, solitario, quien mitigue
de su alma al sufrimiento que le acosa?
Espero Patria, a ti, mi pensamiento
—cuando aparece el luminar del día—
y de mi alma a los íntimos pedazos,
Dedico delirante en mi aposento…
Porque es aspiración del alma mía,
por tu gloria moriré entre tus brazos.
El General José Dolores Zarante González fue un ser formado en un ambiente de rigor y criado bajo la irascibilidad sentimental, a la usanza de aquella vieja costumbre de que “La letra con sangre entra”. Él mismo escribiría, recordando su infancia, en uno de los apartes conmovedores y dolorosos de su crónica.
“Como el poeta Chocano, yo también puedo decir que no jugué de niño: Hijo de Manuel José Zarante y María Carlos González, una vez que recibí el bautismo, siendo mis padrinos mis abuelos José dolores Zarante Niño, y la señora María Francisca Ortiz, esta me llevó para su casa como hijo, y fue muy severa para conmigo. Era la época de la suprema ignorancia, en que decían aquellos viejos muy satisfechos como buenos educadores: “La letra con sangre entra”. ¡Qué época aquella! Mi madrina tenía un látigo llamado Martín Moreno. De noche me ponía a pasear, y luego a rezar y hablar – como decían- “el bendito y alabado sea etc. etc.”, y cuando me equivocaba, me aplicaba Martín Moreno, muy ensoberbecida, y yo lloraba y temblaba. Recuerdo que una noche –tenía yo cinco años- me puso a pasear, para que no me durmiera, en la cocina escueta, y había en ella un fogón con brasa que aún ardía bastante, y paseándome, entre dormido y despierto, me metí en él y me quemé los pies; y, no obstante, mi señora y buena madrina me aplicó el consabido Martín”.v
Zarante fue capaz de sobreponerse a cada obstáculo que, desde la infancia, el destino le arrojaba. Pudo, como militar, batallar contra los demonios sociales que le acecharon por doquier y salir victorioso. Sin embargo, sería recordado por todos no como el general, sino como el poeta, el maestro de música que deja un prolongado legado de piezas musicales escritas para el Sinú y parte del Caribe nuestro (VALSES: Un recuerdo a Montería; Mis recuerdos; Rosita las damas de Sincelejo; Un sueño realizado; Sobre la tumba del general Uribe; El diecisiete de junio; El manotista; Tus pesares; Tomás Uribe Uribe; Doce de octubre. DANZAS: A mi Rosa; Libertad dormida; La Mona Puche; Carmela Vergara; María Eustaquia; La bogotanita; La casta de los huéspedes; Adelaida Garrido; Raquelita; La flor de mi esperanza; Sixta Rosa; Sueños de libertad. POLKAS: César Conto; Lugo y Santodomingo Navas; Época de prueba; Seis de agosto; Vargas Vila. PASILLOS: El alma de los poetas; El futuro caudillo (Uribe Uribe); Titina; Carmelita O´Byrne. MAZURKAS: Res; Non Verba; Expresiones; MI china; Ana teresa; La mañana de Pascua; Impresiones. MARCHAS FÚNEBRES: La música es inmortal; El último adiós; El entierro del sol; maría Dolorosa; Los hombres y los pueblos son hermanos; El calvario.vi). Pero también, sería recordado como el escritor cuyo conmovedor testimonio de vida plasmó en las páginas extensas de su crónica, obertura histórica de la literatura en Lorica. Aquel que transitó entre la crónica, la música y el fusil, pero que al final eligió el arte. Al respecto, el reconocido sociólogo e investigador histórico Orlando Fals Borda (Q E P D) dice:
“…Significativo es observar que Nieto nunca se proclamó caudillo, sino que fue nombrado como tal en una elección en junta. Ocurrió algo semejante, con iguales efectos en la personalidad traducidos en hidalguía, humanitarismo, comprensión y tolerancia, en otros generales costeños del siglo XIX como Juan V. Aycardi, José María Campo Serrano, Florentino Manjarrés, Lácides Segovia, Andrés Santodomingo navas, Miguel M Torralbo, Jesús María Lugo y José Dolores Zarante (los tres últimos de Lorica) por algo se les recuerda más como ingenieros, abogados, poetas o músicos que como hombres de guerra. Sergio Zarante, hijo del general, definía a su ilustre padre – un sencillo negro sabanero- ¡como una mezcla de Napoleón, Beethoven y Goethe!… según el sociólogo caleño Gregorio Sánchez Gómez, “no ha existido en Colombia ese tipo clásico de caudillo tan común en América”.vii
José Dolores Zarante González abdicó la espada y el fusil, pero jamás la pluma, la palabra poética ni la música, que para 1929 comienza a materializarse en la compilación de sus memorias, publicadas poco antes de su muerte en 1933, con el título de “Reminiscencias Históricas. Lorica y Cartagena (recuerdo de un soldado liberal)”. Texto literario de crónicas en cuyas páginas este poeta y soldado, amante y músico, relata con dolor la horrible noche varada en el Sinú entre los años 1899 y 1902 y, con una carga sentimental, sus vivencias familiares. Es un libro de lectura obligatoria para todos aquellos investigadores que están auscultando en los anales de la historia nuestra.

YEHUDAH ABRAHAM DUMETZi
Teólogo de la escuela de Teología (ACC) Bogotá, D.C. Cursó estudios de educación y humanidades, CECAR. Escritor, poeta, ensayista e investigador de los estudios culturales y, conferencista internacional en temas de literatura. De origen judío-sefardí-mizrahí. Miembro del Parlamento Internacional de Escritores de Colombia y, coordinador regional del Parlamento Internacional de Escritores. Miembro honorario de Hispanic Heritage Literature Organization: Mi Libro Hispano, Miami, Florida, USA. Y de la tertulia literaria “El Bocachico letrado”. Director Ejecutivo del Observatorio Cultural Manuel Zapata Olivella. Ha publicado los libros: “El Griot y la Kora. Manuel Zapata Olivella, historia y pensamiento. Una aproximación a sus obras “Tierra Mojada” y “En Chimá nace un Santo” (2023) Escarabajo-Editorial. “Voces desde mi exilio” (2021). AMAZON. “Tiempo entre dos Aguas” (2011). Biblioteca de autores loriqueros. “El Otoño de Otoño” (2001). AD Ediciones. Los Ensayos literarios: “David Sánchez Juliao: entre sus personajes literarios y la vida real”, Revista internacional Libros & Letras, Colombia. (2022) “Una poesía llamada Raúl, el poeta transgresor, pero no maldito” (2022). Hispanic Heritage Literature Organization / Mi Libro Hispano, USA. Y “Voces de exilio en la poética de Mahmoud Darwish”. Hispanic Heritage Literature Organization / Mi Libro Hispano, USA. (2023). Traducido al inglés, hebreo y al árabe. Publicado en las antologías de poesía colombiana: “Puentes de Agua”. Editorial, Colectivo de Poesía Internacional (2017). Compilador: Rafael Darío Jiménez. “Poesía del Bocachico Letrado”. Editorial, Collage Editores, (2015). MAGAZIN del Caribe, Órgano de la Asociación De «Escritores del Caribe. Bogotá Colombia, (2012). Roberto Montes Mathius. Dialogo con Yehudah Abraham Dumetz Sevilla o Antonio Dumett. Antología de Poesía Universal, “Poetas del Siglo XXI” Autor, Fernando Sabido Sánchez. Madrid España, (2011). “Palabra Abierta” Revista Independiente de Cultura Hispanoamericana Estados Unidos de Norte América. (2011). Autor, Manuel Gayol Mecías. Revista El Bocachico letrado, director Antonio Mora Vélez. Colombia, (2011). Antología Poética “ATA”. LIT Asociación de Literatura. (2013). Duitama Boyacá. Antología de la poesía caribeña. “Caribe poético 7 años” Ed, Conpalabra, Autor. Mario Mendoza. (2004).
Barranquilla, Colombia. Incursionó en la actuación, en el 2006, donde hace su aparición con el cortometraje “Por qué me llevas al hospital en canoa” dirigida por el director de cine Rafael Loaiza Sánchez, basada en un cuento de David Sánchez Juliao. En los Años 2005 y 2007 escribe y dirige los documentales “Eva deja de ser costilla” y, “Alas en lastre”. En el año 2012 participa en el cortometraje «Juancho el pajarero» de David Sánchez Juliao.
ii ZARANTE, José Dolores, Reminiscencias Históricas. Lorica y Cartagena (Recuerdo de un soldado liberal) Pág. 308.
iii ZARANTE, José Dolores, Reminiscencias Históricas. Lorica y Cartagena (Recuerdo de un soldado liberal) Pág. 309.
iv ZARANTE, José Dolores, Reminiscencias Históricas. Lorica y Cartagena (Recuerdo de un soldado liberal) Pág. 307.
v ZARANTE, José Dolores, Reminiscencias Históricas. Lorica y Cartagena (Recuerdo de un soldado liberal) Pág. 307.
vi FORTICH DÍAZ, William. CON BOMBOS Y PLATILLOS, Origen del Porro, aproximación al fandango y las bandas pelayeras. Ed. Domus Libri. Pág., 61.
vii FALS BORDA, Orlando, “El presidente Nieto” Historia doble de la Costa II, Carlos Valencia editores, Pág. 170B