Creación literaria Primera Plana

Las hallacas, tamales o pasteles de Gregorina

Las hallacas, tamales o pasteles de Gregorina

Por Milagros Wallace

 

En la época de las fiestas
desde muy niña recuerdo
el cocinar en familia
y festejar el rencuentro.

Nos veíamos los primos
en casa de mis abuelos
mamá, papá y sus hermanos,
y nosotros desde luego.

Mi abuelita hacía un guiso
y mis tías le ayudaban
a extenderlo en las hallacas
que a preparar ayudaban.

La familia se apilaba,
reíamos y comentábamos,
conversábamos de todo,
de vez en cuando alegábamos.

No siempre nos entendíamos
opinando al mismo tiempo,
al final con carcajadas
terminábamos sonriendo.

Muchas veces mis abuelos
simplemente contemplaban,
miraban a la familia
y escuchaban lo que hablaban.

Cuando cocinaban el guiso
le añadían diversas cosas,
carne, puerco, pollo y tomates,
pimentón y pasas sabrosas.

También añadían ajos,
mucho aceite vegetal,
al terminar le probaban
el punto justo de sal.

Mi abuelita muy contenta
el guisado compartía.
Preguntaba: «¿Quedó rico?»
¡Todos los tíos pedían!

Al terminar las hallacas
las retiraban de la olla,
le despojaban los hilos
abriendo las verdes hojas.

También cocinaban bollos
con todo lo que tenían,
le ponían extra carne
¡que ricos sabían!

La familia complacida
saboreaba el manjar,
comían una, dos o tres
hallaquitas sin parar.

Hallacas, también pasteles
¡No importa como le llamen!
sabroso maíz y guiso
que otros los llaman tamales.

Seguro en muchas familias,
tienen platos similares
son tamales o pasteles,
según la abuelita prepare.

Para los dulces abuelos
cocinar no es lo importante,
sino el estar en familia,
con hijos distantes.

Al terminar de comer
llegaba la despedida.
«¡Vengan el en Año Nuevo!»
Nos pedía abuela afligida.

Fin