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Noviembre 25, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer

Pilar Velez
Pilar Vélez

Por Pilar Vélez

Hoy se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y aunque se reitere el tema hasta el cansancio sobre las diferentes manifestaciones de la violencia en los hogares, en los trabajos y en la sociedad en general, este eco nunca será suficiente hasta que cada ser humano se concientice de sus patrones de conducta violentos hacia los demás y hacia su entorno.

El respeto y la apreciación de la contribución que hacen las mujeres en sus diferentes roles, como madres, como esposas, como profesionales, como líderes es fundamental. Todavía hay resistencia y discriminación hacia la mujer, aún en los países más adelantados. Ni que decir de aquellas naciones en donde la mujer se vende como si fuera un objeto y se maltrata sin compasión. La sensibilidad de la mujer todavía es entendida como un signo de debilidad y por tanto es víctima de abuso.

En el campo laboral, la mujer es explotada y mal remunerada ante los ojos del mundo. En muchos trabajos, las mujeres sufren discriminación por estar en edad de procrear o porque son consideradas menos capacitadas por ser mujeres. Hay países latinoamericanos donde es casi imposible para las mujeres mayores de treinta y cinco años encontrar trabajo, pues ya son consideradas obsoletas e inservibles, lo que indudablemente repercute en su autoestima y en la decadencia de los valores de la sociedad.

Hoy en el día Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, quiero también hacer una denuncia sobre un acto que considero inhumano y violento. Mi madre trabajó durante su juventud como operaria en muchas fábricas de confecciones en la ciudad de Cali, Colombia. Ahora que llegó a su edad de retiro, se enteró de que varios de sus patronos no hicieron los pagos de su seguro social, aunque le habían sido descontados. Esto es violencia. Muchas de estas mujeres que trabajan en fábricas son cabeza de hogar, sin estudios y no tienen más recursos para sobrevivir.

Hay mucho por hacer y somos las mujeres, las primeras llamadas a defender nuestra causa e involucrarnos de forma directa, pues somos las únicas que podemos hacer el cambio a través de la unión, exigiendo respeto y reconociendo las diferentes caras de este flagelo que carcome nuestra dignidad humana.

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