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Gratitud: fundamento de la colaboración y la sanación en las relaciones humanas


Gratitud: fundamento de la colaboración y la sanación en las relaciones humanas

Por Carmen Serrano Bruno, Ed.D.

La sociedad avanza a pasos agigantados, y el ser humano, como parte fundamental de esta, activa sus talentos, actividades y valores. Los avances tecnológicos se integran cada día más en nuestra vida cotidiana, pero, a menudo, transmiten un mensaje de aislamiento e individualismo. En este contexto, el hombre se sumerge en el ritmo frenético del día a día y en tareas que consumen su tiempo y energía. Sin embargo, nunca debe olvidar la importancia de la gratitud. En noviembre, con la celebración del Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) en Estados Unidos, es crucial ir más allá de la festividad y reconocer cómo la gratitud ocupa un lugar esencial dentro de nuestro ecosistema de valores, fomentando la empatía, la colaboración y la felicidad compartida.

La gratitud es ese sentimiento que te impulsa a valorar lo que otros hacen por ti y a corresponderles de alguna manera. Vivimos en comunidades y trabajamos para satisfacer las necesidades de nuestros semejantes, razón suficiente para sentirnos agradecidos cuando nos ayudan, nos complementan o nos satisfacen. Ciertamente, nuestras diferentes personalidades o el estado de nuestras emociones reflejan diversas maneras de demostrar cuán agradecidos podemos estar.

Algunos inician o culminan el día agradeciendo a algún ser divino o al universo por el día y todo aquello (material o abstracto) que haya llegado a su vida. Si amaneció soleado, porque será un buen día para caminar por el campo o ir a la playa. Si amaneció nublado, porque el día es propicio para descansar, leer un buen libro o ver películas. Otros tienen más dificultades para decir “gracias” cuando les ofrecen un servicio o les entregan algún artículo que esperaban, asumiendo la postura de que esos actos son productos de ese trabajo.


La gratitud es un valor social que se desarrolla en el ser humano desde la niñez, siendo los padres, madres o encargados de menores los responsables de propiciar el sentimiento de agradecimiento. Se convierte en un valor social por el sencillo hecho de agradecer a quien está a nuestro lado por el bien que nos hace, ha hecho o hará. Un ejemplo del valor de la gratitud en un niño se manifiesta cuando este da un beso al entregarle un biberón o recoger sus juguetes, emulando las frases o actos de agradecimiento de sus cuidadores o padres cuando recibe un objeto o caricia de parte del menor.

Este valor involucra el desarrollo de otros, como la bondad, la fidelidad, la lealtad y la amistad, entre otros, que, de cierta forma, reconstruyen el amor en nuestra sociedad, convirtiéndose en un pilar fundamental en las relaciones humanas al fomentar la colaboración, la empatía y la solidaridad entre las personas. Además, incluye un proceso de sanación intrapersonal y extrapersonal por los beneficios psicológicos y sociales que, aunque parezca subjetivo, redundan en el aumento de la felicidad, tanto propia como de quienes nos rodean.

Ser agradecidos nos permite vivir y sobrevivir en un entorno sano y armonioso. Deberíamos estar dispuestos a agradecer por todo y con todos, sin importar la frecuencia con la que demostremos que valoramos y reconocemos aquello que recibimos, de acuerdo con las circunstancias. Cuando nos sentimos agradecidos, controlamos nuestros niveles de ansiedad, aumentamos nuestra capacidad de resiliencia y, de cierta manera, nos sentimos felices. Confiemos en que todos, en algún momento de nuestra existencia, hemos sido o seremos agradecidos.

Muchas personas demuestran su gratitud por escrito, oralmente o mediante gestos, independientemente del entorno en que se encuentren o de quiénes sean sus espectadores. Adaptándose a los tiempos tecnológicos, plasman sus sentimientos en redes sociales y en diversos entornos culturales cuando participan en actividades presenciales. Si ser agradecido nos permite sentirnos felices y contribuir a la cordialidad entre las personas, adoptemos este valor y expresemos gratitud por el bien de la sociedad. Al hacerlo, no solo nos beneficiamos a nivel personal, sino que también generamos un impacto positivo en nuestro entorno. Cada acto de agradecimiento es una oportunidad para fortalecer vínculos, promover una convivencia más armónica y contribuir a una sociedad más solidaria y empática, donde las pequeñas acciones pueden transformar las relaciones y construir un futuro más justo y colaborativo.


Referencias:


Carmen Serrano Bruno, Ed.D.

Escritora y educadora nacida en San Juan, Puerto Rico. Ha publicado varias novelas cortas: El niño y su camisa azul (2019), Una aventura llamada abuelo Mimo (2020), Cuando se pierde un sacramento (2020), El oscuro reflejo de Moldi (2022) y Alondras (2023). También ha publicado un manual de planificación docente para la caligrafía cursiva (Escribimos cursivo, 2023) y Educación del dotado puertorriqueño: sembrando la esperanza (2024). Algunos de sus poemas han sido seleccionados para antologías en Puerto Rico, Estados Unidos, Argentina y República Dominicana.