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LAS PREGUNTAS DE OCTAVIO

 

Elgar Utreras Solano

El gran poeta mexicano, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en el libro El arco y la lira de 1956, nos deja algunas preguntas acuciantes para él y esbozadas en su Advertencia a la primera edición en torno a la poesía, la importancia que esta tiene en virtud de la vida misma, de la experiencia y oficio poético.

Al poeta, al igual que todo escritor, le resulta inevitable volver sobre el sentido y valor que la escritura tiene para sí y con ello su alcance al mundo. Aunque está claro que estas preocupaciones se evidenciaran en el proceso de creación de la obra y de esta misma, que finalmente será quien hable por el creador.

Barthes, señalaba que “somos, mucho más que antaño y a pesar de la invasión de las imágenes, una civilización de la escritura” (Barthes, Roland. 1964. Pag.18) En ese contexto de un mundo de escritura o mejor dicho de escrituras donde todas se soportan en el lenguaje (entiéndase desde el punto de vista de Saussure, lingüística y luego hacia la semiología) ya que este permite la adquisición de las lenguas que son el espacio de realización de la literatura, es  que las preguntas de Paz cobran su validez y, cómo él bien señala, con honestidad intelectual con relación a las respuestas, nuestra posición puede ser discrepante.

Octavio Paz, indica: “¿No sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?” La segunda continuando con la poesía “¿No puede tener como objeto propio, más que la creación de poemas, la de instantes poéticos?” Y por último “¿Será posible una comunión universal en la poesía?” Tales cuestiones pueden determinar la ruta de quién se entrega a la poesía, como un modo de realización existencial, personal y literaria, que no se restringe a la mera idea que se ha instalado desde antiguo respecto a lo que debemos entender, a lo que es la poesía como expresión de sentimientos (interioridad) bajo parámetros estéticos prestablecidos (retórica).

En este sentido, este escrito no persigue responder en plenitud a las preguntas sino más bien proporcionar otros interrogantes, ya que el espectro de respuestas posibles resulta diverso dependiendo de los lectores, que pueden ser poetas, escritores, críticos, amantes de los libros, entre otros, y sustentarán en el universo de sus lecturas y escrituras sus respuestas. En este sentido, todo lector es un escritor, ya que construye el sentido de la obra.

Siguiendo con las preguntas, vale observar que del primer interrogante se puede entender que para Octavio Paz existe una separación entre la vida y la poesía. Entonces ¿Cuáles son los límites entre estas? Porque si estos existieran ¿Qué sentido tiene buscar una conciliación entre ambas? ¿Dónde surge o se halla la poesía? ¿La vida se construye fuera del sentido de la poesía? En este sentido, para intentar una reflexión nos podemos proponer mínimamente establecer una definición de lo que entendemos por poesía y vida. Por lo tanto, esto sería en un principio el camino a seguir en cuanto a abordar el ejercicio de Paz.

La segunda pregunta “¿No puede tener como objeto propio, más que la creación de poemas, la de instantes poéticos?” Vemos aquí, que es inevitable el vínculo vital al aludir a instantes poéticos, ya que todo instante es en el tiempo y la existencia se da en este, no fuera de él; sin embargo, ¿este espacio temporal del instante acaso surge ajeno y alienado del lenguaje? No, es en el lenguaje donde el tiempo se abre de sentido, de valor simbólico, se vuelve como una escritura cargada de significación para quien escribe y en sí lo lee. Nuestra vida como ser humano es una escritura y lectura constante. El universo, nosotros mismo, está todo allí para ser leído. En este caso, ¿el poema sólo se debe entender como un juego de construcción gramatical limitado a una práctica estética reconocida, carente de significación existencial? Quien entra en la profundidad de la creación de un poema, en el instante de su construcción no puede quedar impávido al fuego transformador que implica la poesía en este, junto con situarnos de frente al asombro y la posibilidad de un conocimiento y su experiencia. Esto obliga a mantener una constante humildad, ya que las palabras contarán sus secretos, verdades, historias e infinitas sensaciones a quien esté dispuesto a abonarse a ellas y de sus ambiciones espurias.

Antes de terminar la presentación de las cuestiones con que nos desafía el poeta mexicano, atendamos a la última de estas: “¿Será posible una comunión universal en la poesía?”. En esta pregunta, Octavio Paz, nos desliza la idea de un propósito o función de la poesía en términos redentores. De aquí, surge la inquietud ¿Dónde se rompe la comunión? ¿Qué hizo posible esa ruptura? Volvemos nuevamente sobre un concepto que prima a través de los diversos discursos (logocentrismo, desde el punto de vista de Jacques Derrida) que se manifiestan en nuestro entendimiento del universo y de nosotros mismo, es lo referente a la ruptura misma, al quiebre de lo que nos parece que somos y de la relación con el todo. No obstante, ¿Qué sucedería si todo pasara por la interpretación que se impone y no hubiese tal ruptura? Entonces la poesía ¿Hacia dónde orientaría su esfuerzo? Tal vez sea hacia el mayor conocimiento que el ser humano puede alcanzar, esto es hacia sí mismo, ya que en él está la vida y la muerte, los universos con sus astros y realidades cuánticas, las dimensiones y el tiempo, el vacío, el caos, el sentido, su dignidad y lo divino, porque en esta humanidad resuenan sin duda los versos del Génesis “Entonces creó Dios a la persona con su imagen, con imagen de Dios los creó.”, leídos desde los ojos de la mirada de otro. Así se produce el encuentro y nuestra redención y la poesía lo propicia, ya que la palabra hace posible la realidad.

Por último, la invitación está extendida a detenernos en la poesía de Octavio Paz y en el pensamiento crítico desarrollado en ensayos de una profundidad necesaria y urgente en esta actualidad donde se impone el eslogan publicitario, la frase hecha y se celebra la carencia de rigor y hondura frente a la creación como proceso y producto de una obra que trasciende el papel y se sostiene en el lenguaje, dando realidad a quien también se sumerge en este.

Bibliografía

  • El arco y la lira. Octavio Paz. 1956.
  • Variaciones sobre la escritura. Roland Barthes. 2002.
  • Bereshith (Génesis) 1:27. El Tanaj. 2018. Traducción Yaacob (Jorge) Huerin. Editorial Jerusalem de México.