Por: Yehudáh Abraham Dumetzii
El papel cumplido por su padre don Antonio María Zapata Vásquez en la formación de su hijo, fue determinante en el proceso de construcción humanística como médico, antropólogo y escritor. Padre al que siempre vio con un libro, herramienta que durante toda su vida utilizó para abrir la puerta de la libertad; siempre formando al ser humano para integrarlo en el papel de la democracia, recuerda: “nacer en Lorica y haber vivido allí hasta la edad de siete años en casa de un maestro de escuela, mi padre, Antonio María Zapata Vásquez, definió en una forma muy directa mi condición de escritor”iv
Sin leer aún a Piaget y, su teoría del “Desarrollo cognitivo” (1969), Zapata Vázquez ya sabía la importancia de la actividad física y mental y, las experiencias para construir estructuras mentales en sus hijos. Enfoque este, basado en la teoría constructivista, que describe el proceso mental que hacen las personas para la adquisición del conocimiento de acuerdo a su relación con el entorno. Para Piaget, efectivamente, el proceso de construcción de los conocimientos es un proceso individual que tiene lugar en la mente de las personas que es donde se encuentran almacenadas sus representaciones del mundo. El aprendizaje es, por tanto, un proceso interno que consiste en relacionar la nueva información con las representaciones preexistentes, lo que da lugar a la revisión, modificación, reorganización y diferenciación de esas representaciones. Ahora bien, aunque el aprendizaje es un proceso intramental, este, puede ser guiado por la interacción con otras personas, en el sentido de que “los otros” son potenciales generadores de contradicciones que el sujeto se verá obligado a superar. En consecuencia, las personas, como en el caso de nuestro escritor Zapata Olivella, pudo nutrirse de nuevos conocimientos tomando como base las enseñanzas adquiridas anteriormente por su padre. Pero también en este Griot, los sabios consejos de su madre heredados de una tradición indígena, detonaron la formación de su vida espiritual, la cual, le ayudaría años posteriores a volver a la senda espiritual de sus ancestros africanos. Madre paciente que siempre solía decirle: “detrás de la sombra está la luz”. Campesina educada en la costumbre indígena caribe, transmisora fiel de la tradición y conducta popular. Mientras obtuvo de su padre la formación humanística, de su madre adquirió la formación ético espiritual, la cultura oral. Ella siempre les inculcó a sus hijos: Dios tiene múltiples hijos, cada uno de ellos encargado de mostrarnos la mejor manera de ajustar nuestra conducta: el sol nos indica todos los días que se debe ser humilde, besando la tierra antes de remontarse al cielo. De igual manera la luna nos enseña a ser generosos, repartiendo su cuerpo todas las noches en pequeñas rebanadas de luz entre todos sus hijos. (ZAPATA OLIVELLA, 1990).
Toda esta interacción social que desde la más tierna infancia rodeó a Manuel en su familia, le incentivó en su proceso de aprendizaje y el logro de sus metas cuando fue adulto. Ya lo había planteado Vygotsky (1925-1934) que, toda función en el desarrollo cultural del niño aparece en dos planos, primero en el plano social y luego en el plano psicológico. Consecuencia de todos estos aportes, surge su reafirmación de hombre pluriétnico e intercultural; pensamiento plasmado en sus múltiples obras literarias e investigativas, un verdadero Griot que, a través de la kora de la literatura nos enseña que tanto al indígena como al “negro” hay que mirarlo dentro de nuestra sangre y no en las selvas ni en los museos. Que en nuestro pensamiento consciente e inconsciente y, sobre todo, en la totalidad de nuestras manifestaciones culturales, espirituales e incluso, bromatológicas, encontramos el aporte indígena pero también, la fuerza creadora del “negro” africano. Su interés por descubrir sobre su genealogía de origen europeo y blanca, hizo que su padre, Antonio María Zapata Vásquez lo frenara en seco, con una frase poderosa que dejaría huellas profundas en Manuel: “No indagues tanto en tu sangre blanca si no quieres descubrir un bisabuelo negrero…”. Palabras que tiempo después, condujeron a que Manuel (ahora convertido en médico, antropólogo y escritor), a reconocer su mestizaje genético y cultural, para luego reafirmarse no como afro- colombiano, sino como colombo-afro-indo-europeo y por supuesto, a observar, además, en millones de americanos de los que también hacemos parte los colombianos, este mismo mestizaje. Una fusión racial que se dio con la llegada primeramente de polinesios y melanesios a Abia Yala (América) como lo afirmó el etnólogo francés Paul Rivet. Luego con europeos y africanos, pero también con judíos palestinos, libaneses y sirios. Podemos afirmar que, El Griot, Manuel Zapata Olivella, humanista afrodiaspórico, ha sido el más grande pensador, investigador social, antropológico y narrador que produjo el siglo XX. Sus aportes a los procesos de identidad, mestizaje, indianidad y africanidad, desarrollados no tan solo en Colombia, sino en Iberoamérica y otras latitudes del globo terráqueo, han sido de proporciones agigantadas, pero poco valorado y leído en nuestro contexto:
Ni las admoniciones de las iglesias católica y protestantes, ni la diversidad de conductas asumidas por latinos y anglosajones, impidieron que América se convirtiera en el más grande útero de razas, dando origen al rasgo más característico del hombre americano. (Zapata Olivella, 1989).
En todo este panorama, Manuel, fue un verdadero catalizador de saberes, no solo académicos, sino, en gran escala de la sabiduría o filosofía popular. Como intelectual holístico y, con una visión antropológica, comprendió las culturas en las que se desarrolla el hombre colombiano, en donde yacen inmersas un conjunto de normas mentales, conductuales, creativas (tangibles e intangibles) y por supuesto, la constitución biológica de los distintos pueblos y etnias que nos conforman, lo que constituye un patrimonio histórico, pero también aplica al hombre mismo, pues cualquiera que sea su grado de instrucción, sea o no analfabeto, adelantado tecnológicamente o no, sea o no conocedor de otras comunidades, siempre será un hombre culto, un intelectual. Ya lo había comentado Umberto Eco: “un granjero que inventa una teoría nueva sobre la rotación de las máquinas cortadoras es un intelectual”. Esto no significa que el grado de desarrollo de las culturas sea el mismo para todos los pueblos, pues todos están regidos por la ley de la acumulación, la que le permite conocimientos a través de las actividades culturales a lo largo de su existencia. Un saber universal. Sin embargo, este proceso también es acompañado por el aporte de otros pueblos que se le van añadiendo hasta presentar un grado de aculturación. Por lo que, para Zapata Olivella, el mestizaje es el resultado de estos procesos antes mencionados y que permiten el fortalecimiento a la cultura, erigiéndose como una gran muralla acerada que le impide el paso a la discriminación racial; pero a la vez, el mestizaje cumple la función de liberador en la sucesión e interacción étnica en Abya Yala (América). Este fortalecimiento adquirido por la diversidad cultural, a la vez cumple una misión bajo la ley de la transmisión, la cual consiste en comunicar de generación en generación aquellos conocimientos adquiridos que por medio de la ley de modificación son transformados por el hombre al transmitirse de unos a otros.
El rol manifestado por Zapata Olivella como intelectual y teórico orgánico desde su visión antes mencionada, lo llevó a ficcionar la realidad circundante y producir un corpus literario de grandes proporciones, en las que podemos afirmar que se encuentra a la altura literaria producida por el Boom latinoamericano, cuyo auge creativo-literario surge entre las décadas 1940-60. Cristian Rodríguez Cabral (2016) al citar a Tillis comenta:
Al inicio de este periodo Tillis señala la publicación de dos obras claves de Jorge Luis Borges, así como la contribución de Alejo Carpentier aportando su énfasis en la cultura africana en Latinoamérica, introduciendo lo real maravilloso en el mundo afro caribeño. Tillis destaca el realismo mágico y social de Juan Rulfo como otro antecedente fundamental de la nueva narrativa desarrollada previamente al Boom. Observa que, bajo la influencia literaria de Borges, Carpentier y Rulfo, otros escritores como: Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Manuel Zapata Olivella emergen como ejemplos de los mejores escritores en América Latina para ser categorizados como representantes del Boom de los años 60. (p. 381- 382)v
Manuel Zapata Olivella hace un gran aporte al panorama literario hispanoamericano, contribuyendo a la literatura no sólo afro-hispánica, sino también a la literatura del mestizaje. Antonio Tillis, comenta que: “A raíz de la explosión del interés mundial en la literatura estadounidense, incluyendo un nuevo estilo narrativo que no era limitado al “boom” de los escritores, Zapata, por así decirlo reexaminó su estilo de escritura. De nuevo, su enfoque temático seguiría siendo en su mayoría el mismo. No se quedó callado en cuanto a la publicación, ya que puso a disposición del mundo varios estudios sobre la sociedad colombiana. Estos trabajos informaron la siguiente fase de su escritura literaria, comenzando con el brillante Changó, el gran putas (1983) y continuando hasta su última publicación antes de su muerte El árbol brujo de la libertad (2002). De sus primeros escritos en la década de 1940 hasta su última obra a principios del siglo XXI, Zapata se mantuvo constante en su tema” (TILLIS, 2001)vi.
Además, Manuel siempre estuvo oteando desde la periferia, lo que le permitió tener una visión bien clara de los procesos sociales, al tiempo que mantenía su lucha opositora al establishment a través de su literatura, más allá de la negritud, llegó a proponer otra vía, otra alternativa contra el racismo opresor, contra aquel rezago de la colonia y de la inquisición que aún habita en nosotros paseándose en nuestras mentes, literatura y sociedad. Jamás se podría enjaular o limitar el pensamiento de este Griot solo a las negritudes, a lo afro, porque Manuel atinó en su tiempo a trabajar desde el nuevo hombre americano, ese hombre cuyo resultado es el cruce de muchas sangres y etnias, sin embargo, desde ese tiempo, el establecimiento intentó destruirlo desde lo político, razón por la cual Zapata Olivella fue poco leído, poco estudiado en Colombia y como si fuera poco, bloqueado en el Boom Latinoamericano.
Hijo de Antonio María Zapata Vásquez y Edelmira Olivella. El sexto entre ocho hermanos: Marcos, Antonio María, Neftalí, Virgilio, Delia, Edelma y Juan. Educado por su padre pedagogo y pensador quién le inculcó desde niño la lucha por la vindicación, identificación y dignidad de cada pueblo olvidado y maltratado de esta tierra. Nace en el puerto fluvial de Santa Cruz de Lorica el 17 de marzo de 1920, para entonces perteneciente al departamento de Bolívar, hoy Córdoba. Médico de la Universidad Nacional de Colombia. Antropólogo, etnólogo, escritor y humanista afrodiaspórico. La más importante imagen de la literatura mestiza-afrocolombiana, cuyas obras representan el conjunto de conocimientos prácticos del mestizo, del negro, la indianidad y la africanidad para así reafirmar a través de las letras la dignidad, sus valores culturales y la legitimidad de estos en una sociedad (como en Colombia y América) donde la crítica ha guardado silencio para no reconocer los temas abordados sobre raza y etnicidad en las obras literarias e investigativas de este escritor loriquero y universal. En 1936, graduado como bachiller y consciente de su mestizaje biológico presente en su larga familia (un padre afrocolombiano, nieto de una esclavizada liberta, una madre mestiza hija de un catalán con una indígena caribe) y también, del mestizaje cultural que lo rodeaba desde niño, decide participar en el concurso de literatura y algunos otros temas afines que, la revista de la Universidad de Cartagena había abierto, con el ensayo intitulado “El mestizaje americano”, siendo finalmente el ganador. Este concurso tuvo el privilegio de tener como jurado a uno de sus insignes profesores, Agapito de Arco, más conocido como Jorge Artel, quien también tenía raíces en el poblado donde Manuel había nacido, Lorica. Pues la madre de Artel era loriquera de apellido Coneo. De Artel aprendió que la poesía negrista antillana poseía una gran estructura y musicalidad, pero carecía de la esencia del africano caribeño. Dice: “[…] ni se había profundizado en los problemas de ser portador de unos elementos étnicos y culturales dentro del proceso general del mestizaje antillano…”vii. Razón por la cual, Manuel llegó más tarde no a identificarse como afro-colombiano, ni afroantillano sino, como colombo-afro-indo-europeo, afirmando: “Yo me siento universal hispánico, me siento universal africano y me siento universal americano”viii al reconocerse y reconocer en sus compatriotas el mestizaje racial. A comprender que, la africanidad y la indianidad histórica y social no debería ser una mera actitud intelectual ni de pigmento de piel, sino, un contexto histórico que se lleva en la sangre, en las ideas y en la actitud. Porque no se puede ser mulato o mestizo y seguir cabalgando como el europeo en la espalda de los hermanos de “raza” y cultura (Zapata Olivella, 2017) comprensión esta que plasmó en un corpus literario como aporte a la ampliación del espacio cultural y patrimonial en la formación de identidades étnicas, regionales, generacionales y religiosas de nuestros pueblos; presentándola en un público amplio y culto, en el que se incluyen lectores latinoamericanos, norteamericanos, africanos y europeos.
El continente americano significó para el escritor, médico y antropólogo, Zapata Olivella, el crisol en el que se pudieron fundir con fuerza, fecundas mezclas étnicas religiosas y culturales que, coadyuvaron al proceso del mestizaje. De allí la riqueza que conforma nuestro folklor. Él mismo comenta: “comencé a tener la sensación de sentirme ave, pato nadando en la ciénaga, de sentirme garza blanca, garza morena, garcipolo, currao, barraquete, pisingo, porque todos ellos eran parte inseparable de ese paisaje húmedo […] un trashumante detrás de las riquezas de la naturaleza, unas veces como antropólogo, otras veces como escritor, pero siempre me han rodeado todos estos elementos…”ix. Pues este, se construye como la huella viva de la historia y alma de los pueblos. Por eso, al hablar del folclor hispanoamericano en cualquiera de sus modalidades o regiones, surge el mestizaje “como aporte de las “razas” que se fundieron en el gran escenario de América” (Zapata Olivella, 1940-2000).
No obstante, es urgente que el mestizaje se asuma en nosotros como un patrimonio dentro de un contexto genético, histórico y cultural. Estamos llamados a ir más allá de la simplista percepción sobre lo afro-amerindio única y exclusivamente desde la esclavización de estos por parte del blanco europeo. Por el contrario, nuestra mirada debe ser el punto de llegada desde donde asumimos el aporte de estos al proceso axiológico, cultural e ideológico y sentimental. Pues el indígena americano construyó un gran tejido en el proceso de identidades multirracial y multicultural y de la que hoy hacemos parte vital. Es en la perspectiva del imaginario social de las comunidades afro-amerindias que Manuel Zapata Olivella logra restaurar la imagen deteriorada y lastimera de nuestros hermanos y devolvernos una imagen dignificada culturalmente. Ignorar por parte nuestra el aporte del “negro” desarraigado de África, del indígena sometido en su tierra, de la africanía, de la indianidad en nuestra conformación, constituye en nuestro comportamiento y conducta un fuerte complejo europeizante. Este complejo del que padece la mayoría, es lo que llamamos blanqueamiento en nuestro mestizaje o connotación de criollo.
Entre 1943 y 1947 Manuel sufrió un fuerte ataque con su propia existencia y su razón de ser. Su vida ahora estaba en pugna con la razón; por lo que decidió visitar a su profesor de clínica médica, un galeno destacado y sabio, el Dr. Alfonso Uribe Uribe:
[…] el rigor científico en el análisis de los síntomas de sus enfermos le había dado reputación de sabio. Le expuse mis delirios y rebeldías. Después de auscultar el corazón, medir la fiebre delirante y la consistencia de mis músculos, sus ojos fijos sobre los míos, explorando más allá de la mirada alucinada, afirmó su diagnóstico sin vacilaciones:
– ¡Afán de ser!x. (p. 193-194).
Su deseo de SER, lo llevó a vagabundear, comenzando su recorrido por los llanos Orientales, Amazonas y Brasil. Luego de un breve descanso, leva anclas nuevamente y extiende sus velas a la travesía. Esta vez, parte desde la fría capital colombiana, Bogotá, pasa a Girardot, Ibagué, el eje cafetero colombiano, El Chocó, Cali, hasta llegar a Cartagena. Desde allí parte con rumbo hacía el puente del mundo (Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México) terminando esta segunda travesía en los Estados Unidos de Norte América. Este periplo sirvió para que Zapata Olivella descubriera en el país del “American Dream” lo que se siente en carne propia la discriminación racial de ser mestizo, latino y afrodescendiente. Aquella experiencia le hizo comprender que la sociedad estadounidense aún en pleno siglo XX seguía desconociendo e invisivilizando todos los derechos humanos a las personas de etnia afroamericana. Aquella mundología adquirida lo marcó para siempre, escribió (1990):
Cuando el chofer, un blanco, del ómnibus que me conduciría a los Ángeles me exigió que me levantara del puesto donde me senté, indicándome el último lugar sobre la parrilla caliente reservada a los negros, sentí que mi piel también ardía con el fuego atómico. Por vez primera en mis veintisiete años de vida se me estigmatizaba públicamente por mi color. […] traspasé la tablilla con la leyenda “línea de color”, para sentarme en medio de mis hermanos de raza. Sentí que nos ligaba una cadena de opresión no rota desde las bodegas de los barcos negreros. En aquel instante alcancé a comprender que el vagabundo había muerto y nacía el combatiente por la igualdad de los hombres cualquiera que fuese el color de su piel. (p. 268).xi
Este racismo sistémico y también sistémico del que fue víctima Manuel, en vez de infundirle un temor que lo silenciara, le proporcionó las herramientas necesarias para reflexionar frente a aquella condición deshumanizadora y, desde allí combatir con argumento crítico social el sistema, elevando su voz de protesta a través de sus letras, asegurando desde la negritud, desde el mestizaje biológico y cultural la universalidad de su literatura. En la segunda mitad del siglo XX, el llamado país de la democracia, mostraba su debilidad al aplicar el racismo sistémico al no reconocer los derechos civiles a la sociedad afroamericana, a invisibilizarlos, a no darles las mismas oportunidades que a la sociedad blanca. Zapata Olivella fue testigo presencial por la situación tan nefasta de discriminación en todos los sentidos, lo que incluye asesinatos, linchamientos y violaciones a las que los negros estadounidenses estaban sometidos. En medio del racismo epistémico y sistémico que se propagaba en Estados Unidos, nace un joven el 15 de enero de 1929 en Atlanta, Georgia, que se levantó contra el Establishment entre las décadas de 1950 y 1960, su nombre, Martin Luther King, quien, bajo el principio de desobediencia civil, lideró diversas protestas sin violencia alguna por la igualdad de los derechos civiles. Dentro de sus luchas encontramos la llevada a cabo en 1955, cuando con otros activistas de los derechos civiles fue arrestados tras haber encabezado un boicot a una compañía de transporte de Montgomery: ésta exigía que las personas negras o afroamericanas cedieran sus asientos a los blancos y se quedaran de pie o sentados en la parte posterior del autobús. Como le tocó a Zapata Olivella (2000) la experiencia de ser discriminado en un autobús, cuenta que:
De nuevo en un bus de Greyhound, que me conduciría a Carolina del Norte, escogí como uno de los primeros que lo abordaran, el puesto que más me agradó. Minutos después el conductor […] vino hasta donde me encontraba, diciéndome […]
-Si usted es tan amable pásese atrás de esto. –mostrándome un pedazo de cuero enrejado que guindaba del techo, detrás del espaldar de los últimos asientos individuales. […] no pasó mucho tiempo sin que descubriera la humillación de aquel pedazo de cuero que parecía reírse de mí con sus huecos. Por vez primera evidenciaba la línea de color en forma material. […] lo quería llevar conmigo a tierras de libertad y mostrarlo como un trofeo, como testimonio indesmentible de salvajismo. (p. 378).xii
Este salvajismo cometido por la mal llamada “Tierra de la libertad” se convertía en noticia al otro lado del Atlántico Norte, impactando a uno de los mejores artistas del rock inglés, Paul McCartney, miembro de la reconocida banda The Beatles que, en 1957 se inspiró para componer el célebre “Blackbird”, al ver a través de la televisión a un grupo estudiantes negros que luego fueron conocidos como los nueve de Little Rock (Little Rock Nine), porque tomaron la decisión el 4 de septiembre de 1957 de asistir a clases en el Little Rock Central High School, siendo detenidos por la Guardia Nacional. Este episodio es considerado como uno de los eventos más importantes del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. La experiencia negativa de la segregación racial que vivió Manuel Zapata Olivella en los estados Unidos de América, sumado a los que desde su infancia experimentó como afro-caribe o mestizo, lo llevaron a escribir la novela Chambacú corral de negros; novela de corte social que devela la situación precaria y de apartheid que la afrocolombianidad aún sigue viviendo.
La magna obra de Zapata Olivella aborda temas relevantes y de vital importancia en nuestra sociedad: la discriminación racial, la lucha por la tenencia de la tierra, la superstición, la religiosidad, la denuncia social, lo mítico real-social que caracteriza su pluma en obras como las que a continuación nombramos. Con más de cincuenta libros durante el transcurso de su vida, centenares de ensayos, artículos y documentos que constituyen un aporte literario invaluable, legado a la humanidad, podríamos destacar los siguientes trabajos: su primera novela, Tierra Mojada (1947); crónica de vida, Pasión Vagabunda (1948); crónica de vida, Hotel de Vagabundos (1954); cuentos, China 6 AM (1954); teatro, Los pasos del indio (1960); novela, La calle 10 (1960); novela, Detrás del rostro ( Premio Esso, 1962); teatro, Caronte liberado (1961); novela, En Chimá nace un Santo (Segundo premio Esso, 1961 y primera mención Seix-Barral en Barcelona, 1962); Cuentos de muerte y libertad (1961), también laureado en Cuba por la Casa de las Américas; El Cirujano de la Selva (1962); cuento, El Galeón Sumergido, Laureado por la Extensión Cultural de Bolívar (1962). Teatro, El retorno de Caín, Laureado en el Festival de Arte en Cali, (1962); novela, Chambacú, corral de negros Laureada por La Casa de las Américas (1963) y ¿Quién dio el fusil a Oswald? (1967). Novela, Changó, el gran Putas (1983). Autobiografía ¡Levántate mulato! Por mi raza hablará el espíritu (1988). Novela, Hemingway, el cazador de la muerte (1993). Relatos, Fabulas de Tamalameque (1990). Dentro de sus investigaciones antropológicas destacan: Los pasos del Folclor en Colombia; Cantos religiosos de los negros de Palenque; Tradición Oral y conducta en Córdoba; El hombre colombiano; Identidad del Negro en América latina; El folclor de los puertos colombianos. Y entre sus múltiples ensayos etnográficos son de mayor relevancia: Las Claves profundas; Etnografía colombiana; La Costa Atlántica; Golfo Mágico; Nuestra Voz; Las claves Mágicas de América; Sobre “María” de Jorge Isaacs. La rebelión de los genes, entre otros.
El 19 de noviembre de 2004, su humanidad es sorprendida por Ikú, el todo ojo que ningún mortal se le escapa, sin embargo, el pensamiento de Manuel, el Mayor de los Griot, más allá de despertar estados de conciencia, nos conmina hoy más que nunca hacia el “HACER”, o sea, a la realización de aquello que nos pueda reconciliar culturalmente: la aceptación y dinamización del mestizaje genético y cultural de manera incluyente. Pero también, nos direcciona a estar por encima de aquellas representaciones de un mestizaje que solo se puede observar o estudiar mediante la memoria muscular en la que hemos sido entrenados. Es aquí donde MZO nos señala la poderosa importancia de que el hombre colombiano y latinoamericano reconozca (y abandone la búsqueda de la pureza étnica) la realidad histórica de que “conformamos un pueblo híbrido con desigualdades sociales en virtud de la herencia colonial” (VIVEROS, 2020). Abya Yala (América) se constituye en la cumbre de culturas eclécticas, ya que aquí se han amalgamado durante siglos diferentes formas culturales que han permitido desarrollar el mayor mestizaje étnico del mundo; por lo que hablar en estos instantes (del actual contexto étnico-social) de minorías y mayorías, sería incongruente, pues el conglomerado étnico y cultural de Colombia se origina en los pueblos (etnias) ancestrales y que a través de su aporte de hilos de sangre, se constituye en mayoría.
i Este ensayo se toma del libro: “El Griot y la Kora. Manuel Zapata Olivella historia y pensamiento” Escarabajo Editorial, 2023. Este ensayo fue con motivo de la conmemoración del primer año después de su fallecimiento, en el 2005.
Sobre el autor
ii YEHUDÁH ABRAHAM DUMETZ. Lorica, Caribe colombiano 1972.Teólogo de la escuela de Teología (ACC) Bogotá, D.C. Cursó estudios de educación y humanidades, CECAR. Escritor, poeta, ensayista e investigador de los estudios culturales y, conferencista en temas de literatura. De origen judío-sefardí. Miembro del Parlamento Internacional de Escritores de Colombia y, coordinador regional del Parlamento Internacional de Escritores. Miembro honorario de Hispanic Heritage Literature Organization: Mi Libro Hispano, Miami, Florida, USA. Y de la tertulia literaria “El Bocachico letrado”. Director Ejecutivo del Observatorio Cultural Manuel Zapata Olivella. Ha publicado los libros: “El Griot y la Kora. Manuel Zapata Olivella, historia y pensamiento. Una aproximación a sus obras “Tierra Mojada” y “En Chimá nace un Santo” (2023) Escarabajo- Editorial. “Voces desde mi exilio” (2021). AMAZON. “Tiempo entre dos Aguas” (2011). Biblioteca de autores loriqueros. “El Otoño de Otoño” (2001). AD Ediciones. Los Ensayos literarios: “David Sánchez Juliao: entre sus personajes literarios y la vida real”, Revista internacional Libros & Letras, Colombia. (2022) “Una poesía llamada Raúl, el poeta transgresor, pero no maldito” (2022). Hispanic Heritage Literature Organization / Mi Libro Hispano, USA. Y “Voces de exilio en la poética de Mahmoud Darwish”. Hispanic Heritage Literature Organization / Mi Libro Hispano, USA. (2023). Traducido al inglés, hebreo y al árabe. Publicado en las antologías de poesía colombiana: “Puentes de Agua”. Editorial, Colectivo de Poesía Internacional (2017). Compilador: Rafael Darío Jiménez. “Poesía del Bocachico Letrado”. Editorial, Collage Editores, (2015). MAGAZIN del Caribe, Órgano de la Asociación De «Escritores del Caribe. Bogotá Colombia, (2012). Roberto Montes Mathius. Diálogo con Yehudah Abraham Dumetz Sevilla o Antonio Dumett. Antología de Poesía Universal, “Poetas del Siglo XXI” Autor, Fernando Sabido Sánchez. Madrid España, (2011). “Palabra Abierta” Revista Independiente de Cultura Hispanoamericana Estados Unidos de Norte América. (2011). Autor, Manuel Gayol Mecías. Revista El Bocachico letrado, director Antonio Mora Vélez. Colombia, (2011). Antología Poética “ATA”. LIT Asociación de Literatura. (2013). Duitama Boyacá. Antología de la poesía caribeña. “Caribe poético 7 años” Ed, Conpalabra, Autor. Mario Mendoza. (2004). Barranquilla, Colombia.
Créditos y bibliografía
iii Esta fotografía fue tomada del archivo de la familia Zapata Olivella.
iv EL TÚNEL, Revista. N° 30, año 2002. Pág. 12. Montería. Entrevista concedida a Garcés, González José Luis.
v Manuel Zapata Olivella. Un legado intercultural. Perspectiva intelectual, literaria y política de un afrocolombiano cosmopolita”. Pág. 381-382. Ediciones Desde abajo. Bogotá, 2016. Presentación y Selección: Ph.D. William Mina Aragón.
vi TILLIS, Antonio. «The Latin American New Novel, the Boom and.» 2001.
vii EL TÚNEL, Revista. N° 30, año 2002. Montería. Entrevista concedida a Garcés, González José Luis.
viii Documental: “Manuel Zapata Olivella, abridor de caminos”. https://www.youtube.com/watch?v=3Dpc4w2Kp6I&t=456s
ix Documental: “Manuel Zapata Olivella, abridor de caminos”. https://www.youtube.com/watch?v=3Dpc4w2Kp6I&t=456s
x ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Bogotá D.C: Editorial Rei Andes Ltda. 1990.
xi ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Bogotá D.C: Editorial Rei Andes Ltda. 1990, P. 268.
xii ZAPATA OLIVELLA, Manuel. “He visto la noche”, Ministerio de Cultura. Homenaje nacional de Literatura. 2000.
- VIVEROS VIGOYA, Mara. «Entre Ekobios, Manuel Zapata Olivella (1920-2004) Espacio investigativos: Investigaciones al archivo.» Manuel Zapata Olivella 1920-2004 Ensayo bio-Bibliográfico. Bogotá: Instituto caro y Cuervo, 38.
- Zapata Olivella, Las claves mágicas de América. Bogotá: Plaza & Janés, 1989.
Otros créditos fotográficos:
- Jean Piaget in Ann Arbor – Foto de dominio público
- Monumento a la Abolicion de la Esclavitud, Ponce, PR, close-up de esclavo libertado (DSC00530) – Foto de Tito Caraballo https://www.flickr.com/photos/74513229@N03/31776962550/sizes/o/
- Cover of the songs sheet music, «Blackbird» tomado de https://www.worthpoint.com/worthopedia/beatles-english-sheet-music-blackbird-1838458957
- Umberto Eco – Foto de dominio público (Beeldbank Nationaal Archief) http://hdl.handle.net/10648/ad390f7a-d0b4-102d-bcf8-003048976d84;