Memoria navideña
Si alguna vez has escuchado «la gaita” en Venezuela, ya sabes que no me refiero a la gaita escocesa, sino a «la gaita zuliana” que es sinónimo de navidad y cuando en la radio de mi abuela no paran de transmitir la gaita del año, hay que ponerle oído a la letra, que con sus melodías contagiosas y divertidas, a veces dedicadas al amor, a la virgen de la Chiquinquirá y otras veces puede que contengan denuncias en contra de la política y problemas sociales, dándole voz a los ánimos del pueblo.
La gaita es parte de nuestra idiosincrasia, este género comenzó en la iglesia acompañando a los misioneros católicos en sus cánticos con la tambora, las maracas, el furruco, la charrasca y el cuatro venezolano instrumentos característicos de nuestro folclore que te invitan a festejar y hasta mantienen a los niños alejados de las pantallas, ya que no hay quien se aguante de bailar al sus ritmos escuchar.
Desde el día 18 de noviembre, cuando se celebran las festividades en honor a la virgen de la Chiquinquirá, en la ciudad de Maracaibo, no puedes dejar de tararear las jocosas rimas que, con su agitado compás, se hacen tan populares, que en el año 2022 la gaita zuliana obtuvo el récord Guinness mundial por reunir a más de 400 músicos gaiteros quienes se llevaron el título de la banda de música folclórica venezolana más grande del mundo.
Cada hogar venezolano recibe el nuevo año con “el cañonazo” esta gaita, que se repite sin cesar al unísono de la algarabía del ir y venir de los abrazos, uvas y demás tradiciones decembrinas, que a la par de la alegría y las lágrimas nos emocionan añorando a los que ya no están con nosotros, a los que están lejos en otras tierras ya celebrando por la diferencia de horarios, la bienvenida de un nuevo año, en sintonía con esta gaita que encierra el más profundo sentimiento de nuestro pueblo que es la esperanza.
Susi Velasco
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