Una tradición culinaria: la pana, sus beneficios y multiplicidad
Carmen Serrano Bruno, Ed D
Se acerca el Mes de la Herencia Hispana y lo celebramos de diversas maneras, al tiempo que compartimos nuestras tradiciones con el Mundo. La hispanidad trasciende fronteras y no se circunscribe exclusivamente al idioma, las artes y la cultura. Quizá, y muy arraigado a esta herencia, nos define nuestra gastronomía. Sin más preámbulo, describamos a la protagonista principal de este texto: la pana.
La pana, cuyo nombre científico proviene del griego [artocarpus altilis– arto= pan y karpus= fruto], tiene a su vez varios nombres: fruto del pan, panapén, pan de pobre, pan de palo, frutipan, yaca, vijahoó y “breadfruit”. Esta fruta es originaria de Nueva Guinea e Islas del Pacífico. Su sabor es neutral y su textura muy suave, características que le han llevado a ser categorizada, también, como un vegetal o vianda.
En Puerto Rico, se consume durante todo el año, ya que, gracias al clima y las condiciones de los terrenos fértiles puede conseguirse en todas las estaciones. También, es posible almacenarla en el congelador. ¿Por qué describir la pana? ¿Cómo se convierte en un elemento de costumbres o tradiciones hispanas? Los puertorriqueños constituyen el 10% de la población en los Estados Unidos, según el censo de 2018, siendo el segundo pueblo hispano que vive y comparte su cultura con otros pueblos. La gastronomía puertorriqueña gusta al paladar y se mantiene en la búsqueda de ricos sabores e inolvidables recetas.
La diversidad de platos que se confeccionan con este producto van desde comidas calientes hasta postres. Es que la pana tiene muchos beneficios, entre ellos, es rica en vitaminas y minerales, que contribuyen en la prevención de enfermedades cardiovasculares, digestivas, óseas, entre otras. Su mayor fortuna consiste en la maravilla de que un solo árbol puede alimentar a una familia de cuatro miembros hasta por cincuenta años. Sin dejar en mencionar sus bondades para embellecer el ambiente y ofrecer sombras.
Ante la integración del puertorriqueño con otras culturas, se destaca pues su gastronomía. Muchos amantes de este fruto preparan manjares exquisitos que comparten y exhiben en sus actividades. Aunque no existe evidencia, sobre la plantación del árbol en todos los territorios estadounidenses, sí se cultiva en Hawaii y Puerto Rico. Los puertorriqueños “se las ingenian” para transportarla hasta su estado de residencia. Aprovechan que algún conocido viaje a la Isla y les lleven panas al regresar, ya sean hervidas, o crudas en rebanadas. En algunos establecimientos de comidas locales de unos muy escasos estados, las venden. Su transporte es permitido, al no contener semillas.
Algunas formas de preparación de la pana entre los puertorriqueños son: tostones, hervidas con bacalao o pescado (u otro acompañante), rellenas (de carnes, pollo o vegetales), pasteles, salteadas a la sartén, en ensalada, en escabeche, flan, mofongo, “chips” u hojuelas fritas, entre otros. Su sabor y textura es muy placentero para la comunidad adulta-envejeciente.
La realidad es que todo el árbol de pana muestra utilidad y activa la creatividad culinaria de quien le aprecie. El puertorriqueño aprovecha muy bien los ofrecimientos de su fruto para cautivar el paladar de otros pueblos desde las tradiciones gastronómicas de la Isla del Encanto. ¡No la descartes! ¡Pruébala!
Referencias:
Ecocampus (2024) Árbol de pan. Universidad del Norte, www.uninorte.edu.co/web/ecocampus/árbol-del-pan
Fortuño, A (2019) La pana o panapén. Revista digital AboutEspañol, sección: Quiero Hacerlo en Hogar y jardín, 1 de noviembre de 2019. www.aboutespanol.com/la-pana-o-panapen-2032412
Monreal, A (2019) Fruto de pan: propiedades, beneficios y valor nutricional. Revista La Vanguardia, 22 de enero de 2019. www.lavanguardia.com
Tesoro lexicográfico del Español de Puerto Rico (2024) Pana. www.tesoro.pr/lema/pana
Carmen Serrano Bruno
Escritora y educadora criada en Aguas Buenas, Puerto Rico. Ha publicado varias novelas cortas: El Niño y su Camisa Azul (2019), Una Aventura Llamada Abuelo Mimo (2020), Cuando se Pierde un Sacramento (2020), El oscuro reflejo de Moldi (2022) y Alondras (2023); un manual de planificación docente para la caligrafía cursiva (Escribimos Cursivo-2023); y los poemarios Añoranzas e Hito de Luz (2024). Algunos de sus poemas han sido seleccionados para diversas Antologías en Puerto Rico, Estados Unidos y Argentina.